viernes, 5 de octubre de 2007

Trujillo, las Huacas y Chan Chan


La llegada a Trujillo fue un desastre! Le escribí a Paul, el chico del Hospitality Club donde me iba a quedar, avisándole la hora de llegada, pero él no recibió el correo a tiempo.

Aparte, el Perú tiene un problema con las terminales de transporte y es que no están centralizadas, si no que cada empresa tiene su propia Terminal en un lugar diferente de la ciudad, así que si llegas a un sitio y no hay tiquetes, debes viajar hasta otro sitio de la ciudad a otra Terminal. Así que llegué a una Terminal de buses a las 9 de la noche y Paul no estaba.

Estúpidamente no le había pedido el número de teléfono, pues confiaba en que estaría en la Terminal, así que tuve que tomar un taxi al centro, entrar a Internet, buscar a alguien más de la página de Hospitality Club que conociera a Paul en Trujillo, llamar a la chica (Pilar) y pedirle el número de Paul.

Felizmente todo se desenredó y pudimos encontrarnos.

Paul es un bacán, me recibió en su casa, me ofreció toda la ayuda posible y me dejó usar el Internet gratis, pues es dueño de un locutorio o café Internet como lo llamamos en Colombia. Pude desatrasarme de todo!

Al día siguiente a mi llegada, fui a la ciudad, recorrí, visité la Huaca de la Luna, un antiguo templo religioso de la cultura Moche (la misma del Señor de Sipán), muy impresionante, con dibujos en alto relieve y colores muy bien preservados.

En la tarde conocí en el parque a un señor mayor muy amable que me invitó a comer helado y me regaló una estampita de la Virgen de la Puerta, patrona del lugar, para que me protegiera.

En la noche Paul me llevó a comer y luego a una discoteca (un miércoles) que estaba llena (creo que no trabajan aquí) y bailamos salsa hasta las 2 am! A Paul no le gusta mucho bailar, pero hizo el esfuerzo.

Luego, al día siguiente, fui a Chan Chan, patrimonio de la humanidad y la ciudad de barro más grande de América, perteneciente a la cultura Chimú, posterior a la Moche y posteriormente colonizados por los Incas. Me encantó la ciudad! Se conservan las estructuras y algunas han sido restauradas, pero es impresionante. Llegó a tener 600.000 habitantes y una jerarquía social bien estructurada.

Luego, en la noche, me despedí de Paul y seguí para Lima, pero eso se los cuento luego.

miércoles, 3 de octubre de 2007

Chiclayo y El Señor de Sipán


Pasamos todo el día e Chiclayo, fuimos a varios parques y al centro. Monté en moto-taxi (la ciudad está llena, no se imaginan la cantidad que hay).

Como pueden ver en las fotos, Magnus es rubio y de ojos azules, así que era el máximo aractivo turístico de Chiclayo, al igual que todos los extrajeros.
Por la calle lo miraban las niñas descaradamente y los niños no podían creerlo. Querían tocarlo, en los parques se querían tomar fotos con nosotros (bueno, creo que conmigo era solo porque ya estaba ahi y entrados en gastos...)...Jajaja! Era muy gracioso ver la escena! Hasta nos pidieron autógrafos los niños del parque!

Luego de que me comí mi pastel de chocolate y obviamente probé el de manzana de Magnus, lo acompañé al terminal.

Él siguió para Lima y yo me quedé en Chiclayo para visitar la famosa tumba del Señor de Sipán.

El Museo Arqueológico de Tumbas queda a unos 20 minutos en combi (busetica pequeña tipo transporte escolar, conducida por "conductor de combi" que son la mayoría de los participantes de "Laura en América").

La historia del Señor de Sipán es la historia de la cultura Moche o Mochica, ubicada en la costa norte del Perú y que se desarrolló hacia el año 250 DC.

La tumba del Señor de Sipán fué un descubrimiento arqueológico importante, pues mostró una cultura preincaica en todo su esplendor, permitiendo el estudio de sus costumbres, ritos y estructura social en un ambiente poco maltratado por los huaqueros.

La historia del descubrimiento es medio sórdida, pues aparentemente la única cámara que fué saqueada fué descubierta por un hombre de la localidad de Sipán y éste a su vez fué descubierto casualmente por la policía mientras buscaban pistas del grupo terrorista "Sendero Luminoso". El hombre fué asesinado por la policía ese mismo año y es la fuerza policial quien se atribuye ahora el descubrimiento de la tumba, con la consecuente indignación de los locales que consideran al huaquero Ernil Bernal Samame el verdadero descubridor.

El museo es espectacular. Piezas de oro, plata y cobre, trabajadas en fina filigrana muestran el impresionante desarrollo cultural y artístico y los dibujos en cerámica y murales la bárbara cultura de Dioses decapitadores, sacrificio de prisioneros y costumbres como la de beber la sangre de los sacrificados.

Para evitar el sufrimiento de los prisioneros les daban a beber el líquido obtenido del cáctus San Pedro, una sustancia alucinógena que aún hoy se utiliza con éste fin.

Lasimosamente en el museo no me permitieron tomar fotos por razones de seguridad, incluso a pesar de mis credenciales de prensa. Debía llenar una solicitud y se demoraban 24 horas en aprobarla... el tiempo es corto, así que sólo hay fotos del exterior del museo.

Bienvenida a Perú


Salí a las 11 pm en un bus internacional desde Loja, con destino Piura, Perú.

Obviamente me dormí antes de salir del Terminal (gracias a Maria Mercedes que me regaló un candadito con clave para el bolso, puedo dormir tranquila!).
Llegué a Macará a las 2 am. Allí debía sellar el pasaporte a la salida de Ecuador y luego caminar 100 metros y sellarlo a la entrada de Perú.

En la fila, mientras esperaba a que me pusieran el sello, conocí a una niña suiza y un tipo sueco que iban en el mismo bus que yo.
La suiza había perdido la tarjeta andina que le dan a uno a la entrada al país, así que nos quedamos con ella por si tenía algún problema. Sin embargo todo salió bien y llegamos a Piura sin contratiempos.

Yo quería seguir a Chiclayo, pues la niña a quien había contactado en Piura para quedarme no me contestó el correo y Magnus, el sueco, decidió ir conmigo a Chiclayo antes de continuar su viaje a Lima.

Llegamos muy temprano, no habíamos comido nada y no teníamos soles sino dólares. Los bancos aún estaban cerrados, así que decidimos cambiar en la calle, con los cambistas.
El billete más pequeño que yo tenía era de 20 dólares y los tipos sin unos magos. Se te acercan varios, te hablan al tiempo, te entregan los soles y te dicen que los revises. De pronto, ante mis propios ojos, el tipo cambió el billete por uno de 5 dólares, alegando que ese era el que yo le había dado.
Peleamos un rato, buscamos un policía y nos dijo que no podía hacer nada, que era su palabra contra la mía (evidentemente valen lo mismo para la policía, es decir que hay las mismas posibilidades de que él me quisiera robar a mi o que yo le quisiera robar a él) y que por 15 dólares no valía la pena.

Obviamente me dio al final más rabia con el policía que con el ladrón! Por eso es que la impunidad continúa! Es la misma historia que cuando me robaron en el apartamento de Medellín y la policía no hizo nada!

En fin, traté de no predisponerme ni desanimarme, aunque me demoré todo el día en quitarme la sensación de impotencia y sólo me sentí mejor después de que Magnus me compró un pedazo gigante de torta de chocolate con helado!

martes, 2 de octubre de 2007

Loja y Vilcabamba


Llegué a Loja con la idea de quedarme sólo un día, pero como siempre mis planes no siempre terminan como empiezan y aparentemente tenía otra visita programada.

Se acuerdan de Hernán, el esposo de Eva, de Otavalo? Bueno, él me dió la dirección de su familia en Loja, para que pasara a saludarlos cuando fuera allá, así que antes de irme decidí pasar por su casa.

El Doctor Aurelio, abogado y profesor universitario y su esposa Martha, docente de un colegio resultaron ser las personas más queridas!
Me ofrecieron quedarme esa noche en su casa y como nunca desaprovecho la oportunidad de tener contacto con buenas personas, me quedé.

Loja es la ciudad musical del Ecuador. Casi todos sus habitantes saben tocar algún instrumento y esta familia no era la excepción. El director de la Sinfónica de Loja, un alemán, vive en su casa y todos los hijos de doña Marthe y don Aurelio son músicos profesionales. Tocan el piano, el violín, la flauta traversa... en fín, mi mamá hubiera estado feliz!

Comí delicioso, probé las humitas que nunca había probado, tomé Orchiatay conocí a toda la familia. Al día siguiente fuí a Vilcabmba a pasar el día.

Llegué en día de elecciones, así que el pueblo estaba quieto. Conocí a Santiago, amigo de Marce Camacho (la amiga de Quito) y él me indicó un parque ecológico por dónde podía pasear. Obviamente me perdí y en el camino entre la perdida y el parque conocí a Itamar, un médico de Loja, que había venido a Vilcabamba a acompañar a su familia.
Nos fuimos conversando todo el paseo por el parque y luego me invitó a almorzar, en compañía de su sobrino, estudiante de medicina.

Pasamos un día delicioso y en la tarde regresé a Loja, a recoger mis cosas donde don Aurelio y doña Martha. Comí antes de irme y a las 10pm me pidieron un taxi para el terminal.
Doña Martha me entregó un pequeño rosario de la virgen para que me proteja en el viaje

Que familia tan amable y carismática! Me voy de nuevo, con hermosos recuerdos de mi corto paso por Loja.

domingo, 30 de septiembre de 2007

Los Sombreros Panameños... de Ecuador


Esa mañana había convencido a Cédric de ir al Parque Nacional Cajas a caminar, pero él no se levantó a las 6 am como era el plan, así que finalmente decidimos hacer un paseo más corto e ir a Sigsig.

Es un pueblo cercano a Cuenca, conocido por producir los famosos Sombreros Panameños, que en realidad no son panameños sino ecuatorianos, localmente conocidos como sombreros de paja toquilla y comercialmente conocidos como Montecristi.

La fabricación es manual, tradicional y transmitida de generación en generación hasta hoy día por los habitantes de Sigsig.

Tomamos el bus a Sigsig y empezamos a caminar hacia la zona rural, que es dónde viven las mujeres que fabrican los sombreros. Inicialmente le preguntamos a una mujer del pueblo dónde podíamos ver la fabricación de los sombreros. Dijo que ella tejía, que era de la Asociación, pero que nadie nos mostraría el tejido gratis. Que si le pagábamos ella nos mostraba. Obviamente nos resultó antipática y seguimos caminando hacia la zona más rural, menos contaminada por el ansia de dinero.

Una camioneta llena de niños que venían de la escuela paró y aceptó llevarnos al campo, atrás con los niños.
Aprovechamos para conversar con ellos y así nos enteramos que la abuela de una de las niñas tejía sombreros, así que fuimos hasta su casa.

Era una casa campesina muy acogedora, habitada por una familia campesina más acogedora aún. Inicialmente se mostraron tímidos, pero luego nos mostraron no sólo los sombreros, sino el proceso completo de elaboración.

Ellas (sólo las mujeres tejen) compran la paja lavada en el mercado. Puede ser de cualquier color, aunque el sombrero tradicional es blanco.
La paja hay que mojarla, usando para ello una tusa de maíz, para evitar que se parta y hacerla más flexible. Luego empiezan a tejer, sentadas en el piso, la parte superior de la copa.

Una vez terminada, utilizan un molde de madera que sirve como guía para el tamaño y forma de la copa y finalmente hacen la falda del sombrero.
Dependiendo que tan fino sea, lleva mayor cantidad de paja y debe ser golpeado para asentar la paja más fácilmente. Pueden además tener diferentes motivos y diseños.

Tejer un sombrero puede tardar desde un día (los más sencillos y menos finos) hasta una semana y las mujeres cobran por ellos entre 2.5 y 25 dólares.

Doña Luz Cárdenas, abuela y matrona de ésta familia, ya no teje, pero se sentó conmigo en el piso a explicarme cómo hacer los sombreros. Sus hijas Lila y Miriam tejen desde pequeñas y lo aprendieron de su madre. La nieta (hija de Miriam), Priscila, fue la niña del carro que nos trajo a la casa, no teje y su madre no quiere que aprenda.

"Tejer le daña la espalda y lo que quiero es que estudie", explica Miriam.

Así que ahora ya saben, no son panameños, son ecuatorianos!

Nos tomamos fotos con los niños, con la abuela, filmamos un video de Lila tejiendo. Conversamos un rato con ellas, nos medimos los sombreros y luego nos regresamos a Sigsig, para tomar el bus... de regreso a Cuenca.