
Salimos en un bus a las 10 de la noche desde la terminal de Santiago, en Cusco, hacia Quillabamba, con el fin de quedarnos en el pueblo de Santa María. El bus debía llegar a Santa María a las 3 am, pero llegamos 2 horas después, pues había un derrumbe en mitad de la carretera. Como siempre, yo iba profundamente dormida en el bus y a media noche la señora de atrás me despertó y me avisó que había que bajarse y pasar caminando, porque era muy peligroso pasar en el bus. Eben estaba súper emocionado, pues un derrumbe así es para él una gran aventura, en cambio a mi no me pareció nada gracioso!
Llegamos pues a Santa María y de ahí tomamos un combi a un pueblo llamado Santa Teresa, por una carretera muy estrecha y destapada, así que no es el viaje más placentero del mundo. De hecho había momentos en que las llantas del combi quedaban al borde de la carretera y uno podía ver las piedritas que rodaban por el precipicio!
De Santa Teresa salen camiones hacia la estación hidroeléctrica del tren y de ahí en adelante hay que caminar por las vías del tren cerca de 2 horas, pues esa es la única vía de acceso a Aguas Calientes, el pueblo cercano a Machu Picchu. La caminata es preciosa, aunque incómoda, pues las vías del tren están rodeadas de piedras sueltas que no hacen nada fácil el andar a pie. Se puede caminar por las vías de madero en madero, pero requiere mirar iempre el piso y perderse el paisaje.
Llegamos a Aguas Calientes hacia el medio día, así que era tarde para subir a Machu Picchu si queríamos ver el amanecer allá, así que descansamos ese día y en la madrugada siguiente emprendimos la subida a Machu Picchu. Nos demoramos 2 horas subiendo (para no pagar el bus de subida que también es un monopolio de Perurail) y llegamos al parque justo para ver amanecer.
A las 7 am amprendimos de nuevo una subida, esta vez a Waynapichu, unas ruinas más pequeñas en lo alto de una montaña. Hay que subir temprano, pues solo permiten en ingreso de 400 personas diariamente y hay que anotarse a la entrada.
La subida es de 1 hora y media y muy empinada por la montaña. No es camino escarpado sino escalones (lo que es peor quizá). Ya me preguntaba si había valido la pena la subida hasta allá con todo lo que ya había caminado, cuando depronto se despejó la neblina densa que nos rodeaba y apareció Waynapichu en la cima de la montaña y Machu Picchu a nuestros pies. Claro que valió la pena!
Como llegamos temprano a la entrada de Waynapichu, fuí la tercera persona en ingresar y fuimos los primeros en llegar a la cima. Nos quedamos allá cerca de dos horas contemplando el impresionante paisaje y desayunando, pues habíamos llevado suficiente para hacer sánduches.
Luego bajamos a Machu Picchu y nos dedicamos el resto del día a la piratería de tours, es decir, nos quedabamos en un sitio de la ciudad de Machu Picchu hasta que llegaba un tour y escuchabamos lo que tenían los guias para decir. Luego nos movíamos al siguiente y esperabamos otro tour. De esa forma no pagamos los guías, que cuestan como 20 dólares por persona (tengan en cuenta que mi presupuesto diario aproximado es de 10 dólares). Entre los dos teníamos cubiertos 4 idiomas (Eben habla más francés que yo), así que era fácil pues casi cualquier tour nos servía (excepto los japoneses y chinos)!
Mientras estábamos en esas, empezó a llover, así que nos resguardamos en una casetica. Junto a nosotros se sentó un señor mayor que hablaba perfecto español con un dejo lejano de acento francés. Como siempre hago, empecé a hablar con él y resultó ser el director del proyecto de restauración de Machu Picchu, así que el resto de la visita recibimos información experta de primera mano.
Quisiera poder explicarles como es Machu Picchu en palabras o en fotos. Pero la verdad es que no puedo. Es cierto lo que dicen los locales "A Machu Picchu solo lo vez una vez en tu vida por primera vez".
No solo es impresionante, desde el punto de vista arqueológico, sino que nos enteramos por el director que está descubierto sólo el 10% del total de la ciudad. Es inmenso, está ubicado en un sitio hermoso, rodeado por un paisaje espectacular y tiene una energía incríble. Nada que yo diga aquí puede expresar lo que sentí en esta visita.
Por otro lado, los precios son astronómicos, una botella de agua se quintuplica en precio y de la comida ni hablar. Sin mencionar de nuevo los costos de llegar allá si uno va por la vía tradicional. Por la vía que tomamos, nos costó alrededor de 30 dólares, incluyendo las dos noches de alojamiento en Aguas Calientes y la comida.
En la tarde regresamos a Aguas Calientes y a la mañana siguiente emprendimos el regreso a Santa Teresa por la vía del tren. En el camino conocimos a una señora y su hijita que se dirigían a dónde su familia en Santa Teresa. Terminé hablando con la señora y nos invitó a dormir en su casa.
Pero esa es otra historia!