sábado, 3 de noviembre de 2007

Ollantaytambo


La ciudad de Ollantaytambo da la sensación de estar en Europa. Con sus callecitas de piedra y sus restaurantes de comida internacional y su mayoría de extranjeros! Se ven mas "gringos" que peruanos!

Esta historia no es muy larga. Nos quedamos de un día para otro, recorriendo las calles y comiendo delicioso.

En la mañana conocimos unas personas de Arequipa. Eran 2 parejas mayores con sus nietos y estaban alojados en el hotel con nosotros.
Cuando llegamos estaban jugando "Sapo" en el jardín. Me puse a explicarle a Eben como se juega sapo y nos invitaron a jugar con ellos y a tomar cerveza, así que pasamos la mañana apostando plata al sapo (bueno Eben, yo no. No estoy en condiciones de botar la platica); lastimosamente el señor, de unos 60 años, era súper tramposo, así que Eben perdió (bueno, en realidad el señor hizo trampa), así que no jugamos más.

Al día siguiente tomamos un bus al Cusco y esa noche otro bus al Puno.

viernes, 2 de noviembre de 2007

Clorinda, su familia y la Chacra


Nos bajamos antes de llegar a Santa Teresa, del combi que tomamos desde la hidroeléctrica. Ahí estaban los papás de Clorinda esperándola.

Es una familia súper linda. Sus papás son campesinos y viven en una "chacra", que es como le llaman a un pedazo de tierra que se cultiva. Tienen sembrado de todo y nos hicieron un recorrido por el lugar. Eben estaba feliz, pues no sólo comió todas las frutas típicas, sino que las recogimos de los árboles nosotros mismos. Había naranjas dulces, limones, papayas, palta (aguacate), tomate de árbol, mangos... en fin, era un paraíso!

Queda al frente de un río grande y limpio, pero caudaloso. Sin embargo era muy refrescante sentarse en la orilla, así uno no pudiera bañarse en él.

La casa se dividía en dos partes. La primera construcción en bareque que uno encontraba eran los cuartos. Había dos cuartos, uno que ocupaban doña Celestina y don Álvaro (los papás) y el otro donde duermen Clorinda y Catherine (su hija) y que fue donde dormimos nosotros.

Más arriba en la chacra hay una segunda construcción también de bareque que es la cocina. Es grande, con fogón de leña y los cuyes (mas de 30) corren por toda la cocina y se comen los restos de comida que les arrojan al piso.

Hay dos mesas en la cocina, donde se ponen alimentos y unas poncheras grandes con paja donde las gallinas ponen e incuban sus huevos, todo mezclado.

Ayudamos a hacer el almuerzo, pelamos maní y habas. Doña Celestina le dio a Eben un remedio natural para el estómago pues él no se sentía muy bien desde hacía días y luego nos preparó una comida deliciosa: Rocoto relleno, que es una especie de pimiento picante que hay que lavar y hervir antes para que no pique. Luego se rellena de vegetales y una mezcla de harina y huevo y se fríe.

Se preguntarán a todas estas dónde quedaba el baño... pues no había! Así que cualquier necesidad fisiológica debía ser satisfecha monte arriba. Como mi mamá me enseñó desde chiquita a hacer pipí agachada, pues no tuve problema... pero no era yo la que se sentía mal del estómago!

En la tarde fuimos a los baños termales de Santa Teresa con Doña Celestina, Clorinda y Catherine. En la entrada había que pagar 50 centavos si eras local y 7 soles si eras extranjero.
Tendrían que ver la furia de la mamá de Clorinda cuando quisieron cobrarnos 7 soles. Alegó a muerte que éramos su familia y que habíamos venido a visitarla!

Antes de irme me regalaron un cuy chiquito con el que yo había estado jugando todo el día anterior. Tenía un mes y Eben lo puso Simón Bolívar (está obsesionado con el libertador!). Pero lastimosamente me tocó pedirle a Catherine que me lo cuidara hasta mi regreso, pues no puedo llevarlo el resto del viaje. De todos modos le tomé fotos de recuerdo y las pueden ver en TODAS LAS FOTOS.

Al día siguiente en la madrugada tomamos el primer combi a Santa María. Allá compramos el boleto a Cusco, pero por estar metidos en internet nos dejó el bus. Después de mucho pelear con el encargado, me devolvió la plata y tomamos otro bus a Ollantaytambo, esperando seguir al Cusco.

Sin embargo, otro derrumbe nos detuvo por 5 horas y llegamos a Ollantaytambo en la noche, así que decidimos dormir allá y seguir al día siguiente.

MACHU PICCHU


Salimos en un bus a las 10 de la noche desde la terminal de Santiago, en Cusco, hacia Quillabamba, con el fin de quedarnos en el pueblo de Santa María. El bus debía llegar a Santa María a las 3 am, pero llegamos 2 horas después, pues había un derrumbe en mitad de la carretera. Como siempre, yo iba profundamente dormida en el bus y a media noche la señora de atrás me despertó y me avisó que había que bajarse y pasar caminando, porque era muy peligroso pasar en el bus. Eben estaba súper emocionado, pues un derrumbe así es para él una gran aventura, en cambio a mi no me pareció nada gracioso!

Llegamos pues a Santa María y de ahí tomamos un combi a un pueblo llamado Santa Teresa, por una carretera muy estrecha y destapada, así que no es el viaje más placentero del mundo. De hecho había momentos en que las llantas del combi quedaban al borde de la carretera y uno podía ver las piedritas que rodaban por el precipicio!

De Santa Teresa salen camiones hacia la estación hidroeléctrica del tren y de ahí en adelante hay que caminar por las vías del tren cerca de 2 horas, pues esa es la única vía de acceso a Aguas Calientes, el pueblo cercano a Machu Picchu. La caminata es preciosa, aunque incómoda, pues las vías del tren están rodeadas de piedras sueltas que no hacen nada fácil el andar a pie. Se puede caminar por las vías de madero en madero, pero requiere mirar iempre el piso y perderse el paisaje.

Llegamos a Aguas Calientes hacia el medio día, así que era tarde para subir a Machu Picchu si queríamos ver el amanecer allá, así que descansamos ese día y en la madrugada siguiente emprendimos la subida a Machu Picchu. Nos demoramos 2 horas subiendo (para no pagar el bus de subida que también es un monopolio de Perurail) y llegamos al parque justo para ver amanecer.

A las 7 am amprendimos de nuevo una subida, esta vez a Waynapichu, unas ruinas más pequeñas en lo alto de una montaña. Hay que subir temprano, pues solo permiten en ingreso de 400 personas diariamente y hay que anotarse a la entrada.

La subida es de 1 hora y media y muy empinada por la montaña. No es camino escarpado sino escalones (lo que es peor quizá). Ya me preguntaba si había valido la pena la subida hasta allá con todo lo que ya había caminado, cuando depronto se despejó la neblina densa que nos rodeaba y apareció Waynapichu en la cima de la montaña y Machu Picchu a nuestros pies. Claro que valió la pena!

Como llegamos temprano a la entrada de Waynapichu, fuí la tercera persona en ingresar y fuimos los primeros en llegar a la cima. Nos quedamos allá cerca de dos horas contemplando el impresionante paisaje y desayunando, pues habíamos llevado suficiente para hacer sánduches.

Luego bajamos a Machu Picchu y nos dedicamos el resto del día a la piratería de tours, es decir, nos quedabamos en un sitio de la ciudad de Machu Picchu hasta que llegaba un tour y escuchabamos lo que tenían los guias para decir. Luego nos movíamos al siguiente y esperabamos otro tour. De esa forma no pagamos los guías, que cuestan como 20 dólares por persona (tengan en cuenta que mi presupuesto diario aproximado es de 10 dólares). Entre los dos teníamos cubiertos 4 idiomas (Eben habla más francés que yo), así que era fácil pues casi cualquier tour nos servía (excepto los japoneses y chinos)!

Mientras estábamos en esas, empezó a llover, así que nos resguardamos en una casetica. Junto a nosotros se sentó un señor mayor que hablaba perfecto español con un dejo lejano de acento francés. Como siempre hago, empecé a hablar con él y resultó ser el director del proyecto de restauración de Machu Picchu, así que el resto de la visita recibimos información experta de primera mano.

Quisiera poder explicarles como es Machu Picchu en palabras o en fotos. Pero la verdad es que no puedo. Es cierto lo que dicen los locales "A Machu Picchu solo lo vez una vez en tu vida por primera vez".

No solo es impresionante, desde el punto de vista arqueológico, sino que nos enteramos por el director que está descubierto sólo el 10% del total de la ciudad. Es inmenso, está ubicado en un sitio hermoso, rodeado por un paisaje espectacular y tiene una energía incríble. Nada que yo diga aquí puede expresar lo que sentí en esta visita.

Por otro lado, los precios son astronómicos, una botella de agua se quintuplica en precio y de la comida ni hablar. Sin mencionar de nuevo los costos de llegar allá si uno va por la vía tradicional. Por la vía que tomamos, nos costó alrededor de 30 dólares, incluyendo las dos noches de alojamiento en Aguas Calientes y la comida.

En la tarde regresamos a Aguas Calientes y a la mañana siguiente emprendimos el regreso a Santa Teresa por la vía del tren. En el camino conocimos a una señora y su hijita que se dirigían a dónde su familia en Santa Teresa. Terminé hablando con la señora y nos invitó a dormir en su casa.

Pero esa es otra historia!

Cusco



Cusco es un sueño de ciudad. Desde el instante en que llegué, a las 6 am me enamoré de sus callecitas de cuento!

Recorrí la ciudad de lado a lado y conocí gente preciosa. Primero contacté a Tania, amiga de Fanny, de Lima y nos invitó esa noche a su casa con sus amigos, casi todos músicos y cuenteros. Pasamos delicioso cantando y tocando una gran variedad de instrumentos, desde guitarra hasta cajón, pasando por charango, violín, caja...

Ahí conocimos también a Lucila (Argentina) y Jason (USA) y nos hicimos buenos amigos, así que luego estuvimos tomando chicha, comiendo mariscos y tocando guitarra en su casa.

De visitas culturales no estuvo muy poblada mi estadía, pues de nuevo todo costaba caro, así que tenía que priorizar y obviamente en el TOP ten estaba Machu Picchu.
Sin embargo visité el museo de Santo Domingo, antiguo templo del sol Inka, sobre el cual construyeron los dominicos su iglesia y convento.

También conocí Sacsayhuaman, templo indígena cercano a Cusco y tome unas fotos hermosas!

Averiguamos un tour a Machu Picchu y lo más económico era 130 dólares, incluyendo todo el transporte en tren y bus y la entrada. Si ese era el precio en tour tenía que ser más barato hacerlo uno por su cuenta, así que fuimos a la oficina del tren a averiguar los pasajes.

La compañía que maneja el tren se llama Perurail, pero no es peruana. Es una concesión chileno-británica que monopoliza el transporte al pueblo de Aguas Calientes que es la base para ir a Machu Picchu. El tren es simplemente un robo a mano armada. 57 dólares por media hora de tren y luego 12 dólares más por los buses que te suben a Machu Picchu desde Aguas Calientes.

A los peruanos también les cobran caro, excepto si son del Cusco, pero son muy estrictos a la hora de comprar el tiquete y piden la identificación de cada persona. Los peruanos no están muy contentos con la situación, especialmente porque hay un descuento para chilenos y británicos!

Sin embargo, el pueblo no tiene carretera, así que el tren puede abusar de los turistas cuanto le venga en gana. Resignados hicimos Eben y yo la reserva y con la plata en la mano nos sentamos a esperar nuestro turno al matadero de Perurail para comprar el tiquete.

Algo dentro de mí no me dejaba en paz. Tenía que haber otra forma de hacerlo, no sólo tendría un hueco impresionante en mi presupuesto (aunque bien lo valía Machu Picchu), sino que no quería financiar a esos abusadores.

Así que decidimos cancelar las reservas y buscar en internet y preguntar por ahí. Finalmente dimos con una ruta de contrabando que si bien implica pagar la entrada a Machu Picchu (40 dólares que si van a los peruanos), evita tomar el tren.

No sólo era posible hacer el paseo por 50 dólares en total (incluyendo la entrada a Machu Picchu) en vez de 130 dólares como era la idea con el tour o 120 que costaba por cuenta propia pero tomando el tren, sino que implicaba caminar por sitios nuevos y sonaba muy emocionante!

En la historia de Machu Picchu les cuento el viaje y detallo la ruta por si alguien se anima a hacerla!