sábado, 29 de septiembre de 2007

Cuenca


Luego de dormir y descansar del ascenso al Chimborazo, tomé el bus a Cuenca esperando llegar en la noche a la casa de Katja y Augustas.

A Augustas lo contacté por el mismo sistema del Hospitality Club, básicamente por ser originario de Lituania. Nunca he estado en Lituania y no conozco a nadie de allá, así que me pareció interesante. Su respuesta fue inmediata, me dijo que podía quedarme con él y con Katja, su compañera desde hace 4 años, originaria de Alemania.

Llegué a Cuenca tarde en la noche, tomé un bus y caminé luego hasta la casa de Katja y Augustas, que no tiene timbre, así que debía llamar antes desde la esquina. Cuando llamé me contestó un francés, amigo de ellos también por el mismo sistema de intercambio de hospedaje, que se estaba alojando en su casa, al igual que yo.

El apartamento es pequeño, pero súper acogedor. Conocer a Katja y Augustas fue una experiencia muy especial. Es difícil describir en palabras este par de personajes pues las palabras se quedan cortas cuando uno trata de explicar la esencia.

Son vegetarianos, cocinan delicioso, viajan por el mundo a dedo, sin pagar hospedaje ni transporte, con un presupuesto diario de 5 USD por persona. Han estado en Centro y Suramérica, África, Europa y ahora planean bajar hasta Argentina y luego subir todo el continente, hasta Alaska, para luego cruzar a Rusia.
Toman fotos, hacen películas, presentaciones sobre sus viajes y se detienen a trabajar de vez en cuando (en programación de páginas Web) para ahorrar y seguir el viaje.
Son ni más ni menos, viajeros profesionales. Al lado derecho de ésta página hay ahora un link a su página de viajes!

Mi idea inicial era quedarme una noche, máximo dos en Cuenca, pero no todos los días se cruza uno con un equipo de estos, así que finalmente me quedé cuatro noches y me fui sólo porque... bueno, aún no encuentro una buena explicación de porqué me fui!

El otro huésped de Katja y Augustas era Cédric, Francés, originario de Marsella, pero viajero también desde hace meses. Ha estado en Tailandia, India, Europa, y ahora Suramérica desde hace 7 meses... va viajando en sentido contrario al mío (de Sur a Norte) y piensa seguir hacia Centroamérica y luego quizá vaya a trabajar a las Islas Caimán.

No puedo menos que decir que me sentí como en casa. Mi primer día en Cuenca caminé por la ciudad sin rumbo (la mejor forma de recorrer las ciudades). Fui a un museo de esqueletos de animales, conocí a un veterinario, Diego Valdez, con el que conversé por más de dos horas y conocí a algunos ecuatorianos por la calle. En la tarde me encontré con Katja, Augustas y Cédric y fuimos a un bar de estilo Gótico (creo), llamado "Prohibido". De ahí a conocer el almacén de artesanías de un amigo de ellos y terminamos la noche en un show de Clown de un grupo Ecuatoriano muy bueno.
Durante el show miré para atrás y adivinen a quien vi.... a los Catalanes de Baños!

Definitivamente el mundo no puede ser más chiquito!

Katja y Augustas regresaron a la casa luego del show y Cédric y yo nos fuimos con Edu y Joan a tomar un café.

Al día siguiente Cédric me acompañó a un pueblo cercano llamado Sigsig, dónde elaboran los famosos sombreros panameños que no son panameños sino ecuatorianos.
Nos fuimos en bus, luego empezamos a caminar y nos recogió un transporte escolar lleno de niños (el lugar dónde elaboran los sombreros es lejos del pueblo) y una de las niñas nos dijo que su abuela hacía sombreros, así que fuimos a su casa.
El resto de la historia es capítulo aparte.

En la noche nos vimos con otros miembros del Hospitality Club, que viven o están de paso por Cuenca. Había representantes de Ecuador, Lituania, Alemania, California (USA), Canadá, Francia, Chile, Colombia... en fin, intercultural absoluto!

Al día siguiente nos quedamos en casa, desayunamos crépes vegetarianos (sin harina ni leche, sino con banano!) deliciosos! Almorzamos una sopa típica Lituana, fría, de color rosado oscuro que se sirve con papas calientes. Hmmmm!

Y como todo lo bueno se acaba... En la mañana Cédric y yo empacamos nuestras maletas y nos fuimos, yo al sur, a Loja, él al norte, a Riobamba.

Y de nuevo otra despedida. Otra familia que se deja atrás. Abrir la puerta y salir por ella, a pesar de las ganas inmensas de quedarse. Con el alma feliz por buscar una nueva aventura, pero dejando un pedacito del corazón en un apartamento sin timbre, en un tercer piso de algún edificio de Cuenca. Una ciudad que antes no sabía que existía y que ahora irá siempre ligada al recuerdo de amigos queridos.

Me voy con el corazón más chiquito, pero con el alma más grande, sabiendo ahora que Lituania está en todo el centro de Europa, que sus habitantes son famosos por el basketball, que tienen una feria de pancackes. Sé ahora que todas las recetas tradicionales se pueden convertir a la versión vegetariana, que los sueños se pueden lograr y que se puede viajar con sólo 5 dólares al día.

Me voy con una promesa de ir un día a Marsella a comer queso y pasear en jet-ski en el Mediterráneo.

Con un deseo inmenso de verlos de nuevo, de saber dónde están, de encontrarlos en el camino. Me voy con un beso de despedida, con el recuerdo de sus caras mientras decían adiós desde la ventana. Con el recuerdo de un beso y un abrazo antes de subirme de nuevo al bus.

No me voy para nada triste de haberlos dejado, sino feliz de haberlos conocido.

martes, 25 de septiembre de 2007

La conquista del Chimborazo!


Ante la duda de Jorge Felipe (amigo de Colombia de hace muchos años) sobre mi estado físico y tras retarme en un comentario del blog a subir al refugio del Cotopaxi, decidí mejorar el reto y subir el Chimborazo.

Si bien es cierto que el Monte Everest es la más alta de la Tierra con 8.848 metros sobre el nivel del mar; el Chimborazo con 6.310 m, es el volcán más alto del Ecuador, con relación al nivel del mar; pero también es el más alto de la tierra con relación al centro del planeta, debido a que el diámetro terrestre en la latitud ecuatorial es mayor que en la latitud del Everest (aproximadamente 28º al norte), por lo que el Chimborazo se encuentra a 6.384,4 km. del centro del planeta, 2.1 km. más alejado que la cima del Everest.

Los tours son muy caros (alrededor de los 140 USD), pero una vez en Riobamba conseguí un amigo en una agencia de turismo, por lo que al final me salió por 30 USD, incluyendo subir hasta el parque donde se ubica el Chimborazo en camioneta, almuerzo, té de coca para el mal de alturas (Soroche), luego subir hasta el refugio más alto a pié y bajar hasta Riobamba en bicicleta de montaña.

Salimos hacia las 11 am, con dos parejas extranjeras: Lukas y Anna de Suiza y Niels y Leonie de Holanda, luego de probarnos todo el equipo de seguridad y sobretodo las bicicletas.

A la entrada del parque el guía dijo que yo era ecuatoriana (de Guayaquil para ser exactos) y no me cobraron la entrada. Llegamos hacia el medio día al primer refugio, donde almorzamos. Yo estaba muy preocupada por Soroche, pues ya me había dado en los Nevados en Colombia.
Sin embargo no me pasó nada, gracias a que seguí fielmente los consejos locales contra el Soroche:

Camine lentito,
coma poquito y
duerma solito


También me tomé una aspirina, por si acaso.

Luego del almuerzo emprendimos la subida a pié, hasta el segundo refugio que es el sitio más alto al que se puede llegar sin tener experiencia en escalada sobre el hielo (que obviamente no tengo). La subida a esa altura es muy difícil, debido a la falta de oxígeno y al aumento de la presión que hace que duela la cabeza.

Nos demoramos 45 minutos en subir, a pesar de que el guía dijo que tardaríamos 1 hora, así que cuando ya estaba pensando en sentarme en una piedra y esperar que los demás bajaran y darme por vencida... apareció entre la niebla el techito del segundo refugio. No se imaginan la emoción que sentí!

5000 Metros!

Nos quedamos un rato arriba, nos tomamos fotos con el cartel que testificaba nuestra ubicación y yo me tomé una con mi nuevo sombrero de los logros que había comprado especialmente para la ocasión!

Lastimosamente estaba muy nublado y la visibilidad no era de más de 20 metros, así que emprendimos la bajada al primer refugio. Allí nos preparamos para la bajada en bicicleta (mi primera experiencia en bicicleta de montaña por caminos de arena, muy resbalosos).

Nos empacamos en pantalones, chaquetas, pasamontañas, gafas protectoras, guantes, bufandas, rodilleras, coderas... en fin, todo lo imaginable y salimos en bicicleta cuesta abajo.

A pesar del frío que me hacía no sentir las manos en lo absoluto, por lo que no podía frenar y bajábamos a una velocidad impresionante, el paseo fue una delicia.

El guía nos tomaba fotos desde el carro (la mayoría lastimosamente no muy buenas).

Luego de la primera curva, a unos 4750 metros de altura, empezó a soplar el viento muy fuerte y el Chimborazo se despejó. Podíamos ver la montaña inmensa, completa, hasta su pico nevado, frente a nosotros. Todo el resto del camino (38 km) la tuvimos visible.

Había partes en que alcanzábamos altas velocidades (según el chofer del carro hasta 68 km/h) y partes en que pedaleábamos en subida y en contra del viento, lo que a esa altura no era tarea fácil.

Pero al final valió la pena. Llegamos a Riobamba felices por la aventura y nos fuimos a comer, los holandeses, los suizos y yo, con postre y todo a un restaurante delicioso, una comida espectacular!

Bien merecido, o no?