miércoles, 16 de enero de 2008

Valparaíso y Viña del Mar





Llegué a Valparaíso a alojarme en casa de Hugo de Couchsurfing y su familia. Me recogieron en la estación del metro y fuimos a su casa, donde viven Hugo, su esposa Maria Eva y los hijos adolecentes, Ignacio, Francisca y Renata.

Mi primer día en Valparaíso, Renata de 13 años, quien es una entusiasta de la ecología y la fotografía, me acompañó a recorrer la ciudad.
Visitamos la Sebastiana, otra de las casas de Neruda, que mantiene el esquema de barco, como le gustaba al poeta y tiene una vista increíble sobre el pacífico.

Subimos a los famosos ascensores de Valparaíso y recorrimos el museo a cielo abierto, que es una colección de murales callejeros, obra de diferentes artistas locales que pueden apreciarse en un recorrido por las calles de uno de los cerros de la ciudad.

Almorzamos con Hugo en "La piedra Feliz", un restaurante que recrea un pueblo chileno, con sus casas y callejones. Conocimos el Café del Poeta y el Club Social J. Cruz, donde existe una colección increíble de los más variados objetos y donde las personas dejan sus firmas, fotos y nombres en las vitrinas y mesas del restaurante, logrando un efecto caótico de desván, que al final resulta muy bonito.

Valparaíso me encantó. Es una ciudad vieja, con un aire bohemio y artístico, llena de ascensores, funiculares y callejones pequeños con casitas de los más variados colores.
Algunas de las casas son construcciones sólidas con paredes revocadas y otras tienen sus paredes recubiertas de lata, para protejerlas del viento, el agua y el salitre.

Las personas pintan sus casas con murales, el arte callejero se aprecia en cada esquina, dándole a la ciudad un ambiente mucho más bohemio aún.

Fuimos también a Viña del Mar, que es una ciudad mucho más moderna y para mi gusto, no tienen el encanto de Valparaíso. Sinembargo canté una canción, así que ahora mi curriculum musical incluye haber grabado un CD, cantado a dúo con Serrat y Sabina y haber cantado en Viña del Mar. Pocos artistas Colombianos pueden incluír tantos logros en su curriculum... no creen?

En la noche fuimos a comer a un restaurante. El mar de Viña pegaba fuerte contra las piedras y se levantaba en olas inmensas contra el sol del atardecer. Era un espectáculo hermoso! Renata y yo tratamos de fotografiarlo... Y terminé bañada de pies a cabeza por una ola monumental!!!

El día que me iba la familia organizó un Picnic en el jardín, almorzamos y luego me pusieron en contácto con un camionero que ellos conocían, para que me llevara hasta Copiapó. Fué mi primer viaje en camión de noche, pues evitaba hacer dedo después de las 8 pm, pero como era alguien conocido me fuí con ellos.

Me fué muy bien, como siempre, dormí todo el camino y llegué en la mañana a Copiapó...

Santiago de Chile


Luego de más horas y más camiones llegué a Santiago a casa de Carlos y Flyter de Couchsurfing.

Me recibieron a pesar de que ya tenían otros 3 huéspedes... y me recibieron con comida! Venía muerta del hambre.
Había en su casa dos chicas canadienses y un brasilero. Las paredes estaban llenas de cartas de otros cuchsurfers y de papelitos con instrucciones y normas de la casa para viajero,las cuales incluían no acostarse antes de las 8 pm (dada la experiencia previa vivida con un alemán).

Fueron unos días muy "chévres" como diríamos en mi tierra. Cocinamos, comimos, jugamos cartas, trasnochamos, hablamos hasta tardísimo del proyecto de Couchsurfing, de política colombiana, chilena y suramericana en general, de viajar a dedo... en fin, el tema no faltó.

Además me dediqué a recorrer las calles de Santiago, al mejor estilo de Pablo Milanés con su canción "Yo pisaré las calles nuevamente" (como pueden ver en el álbum que a mi me parece, quedó muy bonito!).
Fuí uno a uno a visitar el lugar de los hechos históricos que llevaron a Chile a ser el primer país en elegir un presidente comunista por votación popular, y luego a arruinar su gobierno, bloqueando todas sus salidas para luego ser empujado al suicidio por el General Pinochet quien, en lugar de restaurar la democracia como esperaba USA que apoyó su gesta anticmunista, se adueñó del poder y terminó por restaurar lo material a costa de la sangre, la dignidad y los derechos de los chilenos.

No me interesa entrar en discusión política, pues me pasé en eso mi tiempo en Santiago. Si quieren ver la recreación de esa canción que me llagaba al alma y que nunca creí que podría vivenciar de esta forma tan especial, pueden ver el álbum.

Recorrí pues Santiago, una urbe ejemplar, limpia y ordenada. Con un sistema de trasporte puntual pero poco efectivo por la dificultad que representa entender la estructura de la ciudad. A excepción del metro que si funciona de maravilla. Ahí me abrieron el bolso y trataron, sin éxito gracias al cielo, de robarme!

Visité también la Villa Grimaldi, un mausoleo de recuerdos y espíritus de personas comunes y corrientes que fueron torturados, desaparecidos y asesinados durante la dictadura y que hoy se ha convertido en un parque en memoria de la paz.

También fuí a la Chascona, la casa del poeta Pablo Neruda y recorrí su interior que recuerda un barco o un laberinto o simplemente un verso de su poesía.

Esta casa fué nombrada en honor a su esposa Matilde Urrutia a quien él cariñosamente llamaba "La Chascona" por su pelo rojo y alborotado y quien tuvo que restaurarla luego de que los militares de Pinochet la destruyeran cuando llegaron buscando al poeta, el mismo día del golpe militar de 1973, pues Neruda era comunista y considerado rebelde, pero para ese entonces se encontraba ya en su lecho de muerte.

Finalmente me fuí de Santiago, luego de despedirme de Flyter y sobretodo de Carlos, con quien nos entendimos muy bien.

Salí a la carretera que Va al paraiso... y allí me fuí!

El Chiflón del Diablo...Subterra...Subdignidad


Fuí a Lota, una zona de minas subterráneas de carbón y entré al "Chiflón del Diablo". Es una mina a 140 metros por debajo del nivel del mar y de 550 metros de longitud mar adentro, donde antiguamente se obtenia carbón en grandes cantidades, permitiendo que esta región fuera una de las más prolíficas de Chile.

Una vez se descubrieron las minas de carbón a tajo abierto, es decir que no son subterráneas, en Colombia y Venezuela, el carbón chileno dejó de ser competitivo en el mercado y las minas cerraron para siempre, dejando a los pobladores sumidos en la miseria y a las minas, abiertas sólo a los turistas que vienen entre otros a observar las locaciones de la película "Subterra" que fué filmada en este lugar.

En la mina se puede vivenciar la dificultad del trabajo de estas personas, que extraían el carbón agachados en una posición muy incómoda (pueden verme sacando carbón en las fotos), durante 12 horas diarias, siete dias a la semana, sin derecho a descanso y sin más remuneración que "fichas" intercambiables en las pulperías que pertenecían a los mismos dueños de las minas... Negocio redondo!

Sólo hombres podían trabajar e incluso entrar en la mina. Los que tenían hijos pequeños los enseñaban desde los 7 años a trabajar, por si un dían enfermaba el padre, el hijo asumiera su trabajo y la familia no fuese expulsada del pueblo, en el que solo podían vivir las familias de mineros. Si una familia sólo tenía hijas mujeres estaba condenada al hambre y al destierro una vez faltara el padre.

Los propietarios de las minas que antes explotaban a los obreros, incluso a niños desde los 7 años, exponiéndolos a peligros increíbles como los famosos corredores de fuego, hoy en día no se preocupan por la suerte que corren los ex-mineros que hoy no tienen trabajo y nunca aprendieron a hacer nada diferente de sacar carbón.

Para quienes no conozcan el término (como yo, antes de llegar a la mina), los corredores de fuego eran niños pequeños (entre 7 y 9 años) que eran enviados a detectar la presencia de gas metano en el interior de la mina. Había dos razones para que fueran de esa edad. La primera era que su tamaño les permitía estar cerca del gas que se acumula a ras de suelo y la segunda que sus vocecitas agudas les permitían gritar sin correr el riesgo de causar un derrumba el interior de la mina.

Los niños eran envueltos en sacos húmedos y se les daba una antorcha con la cual debían ir buscando el gas. Cuando lo encontraban, este explotaba, así que debían gritar: "Grisú", para advertir a los mineros y arrojarse al suelo cubiertos por los sacos húmedos que los protegian del fuego causado por el gas y la antorcha. Como se pueden imaginar no siempre corrían con suerte.

Luego de la llegada de los ingleses empezaron a usar canarios y luego loros (más fáciles de conseguir por ser nativos), que morían rápidamente cayendo de espaldas al entrar en contácto con el gas. Hoy en día los chilenos aún utilizan la expresión: "Se cayó de espalda el loro", para explicar que alguien muere.

Pedro, nuestro guía, quien perdió un brazo trabajando en la mina, no recibió indemnización ni nada parecido despues de su accidente y debe agradecer a los dueños de la mina que le permiten realizar esas visitas guiadas a cambio de las propinas de los turistas de buena voluntad.

Hoy en día los pobladores de Lota se dedican al "rebusque", es decir, trabajan en lo que pueden, viven de la caridad de los turistas, evitan usar la electricidad porque no pueden pagarla... Una situación muy particular que me ocurrió, refleja claramente la situación de estas gentes:

Debía tomar un taxi desde la mina hasta el sitio dónde estaba el bus para regresar a Concepción. Le pregunté al taxista cuanto cobraba y me dijo: "Lo que usted quiera darme patrona". Como tiene que estar uno de necesitado para no poner siquiera precio a su trabajo y considerarlo caridad?

Fué una visita muy interesante, pero muy triste. Creo que cualquier persona que reniegue en algún momento de su trabajo, deberería visitar este lugar, para darse cuenta lo que son condiciones laborales infrahumanas.

Concepción, Penco y Talcahuano


A Concepción llegué una tarde, despues de muchas horas de viaje en unos 6 camiones.

Llamé a la mamá de Cristian, el amigo de Chiloé, con mucha pena de pedirle alojamiento, pero cual no sería mi sorpresa al ver que me esperaban. Cristian la había llamado.

Llegué justo a la inaguración del local familiar de comidas rápidas "Brontosandwichs". La familia vive en Penco, una comuna de Concepción, ubicada a orilla del mar y con unas playas preciosas.

Me recibieron súper bien, todos muy lindas personas y muy unidos en una numerosa familia. Todas las noches mientras estuve allá me dediqué a ayudar en el negocio. Además recorrí Penco, hablé por horas con Lucho, hermano de Cristian, quien es un tipo súper interesante y me contó mucho sobre la historia de Chile.

Además recorrí los alrrededores. Fuí a Talcahuano, una playa a una hora y media de Penco, donde se encuentra el "Huascar", un barco que originalmente fué Peruano y que logró hundir al barco Chileno "Esmeralda", durante la guerra del pacífico. Luego el Huascar fué capturado y retenido por los Chilenos que hoy lo exhiben muy orgullosos de su valor y llenan sus alrededores de placas conmemorativas, que recuerdan los triunfos, más no las pérdidas invaluables de vidas humanas durante la guerra.

La verdad, más que los barcos, en Talcahuano me encantaron los lobos marinos, que acuden a la orilla atraídos por los turistas que los alimentan y posan para la cámara como si hubieran nacido para eso.

Fueron unos días muy lindos con la familia de Cristian. Además de estas zonas, fuí a Concepción, a visitar la universidad (famosa por ser la cuna del movimiento revolucionario de izquierda en Chile y opositora de la dictadura de Pinochet), a los parques, a las playas... en fin, me caminé la ciudad lo más que pude y me deleité con sus ofertas culturales: Espectáculos, libros, música...

Pero como llegué (a dedo) tuve que irme.

Frutillar y el viaje a dedo (autostop)


De Chiloé salí a Puerto Montt, donde sufrí mi primer accidente de viaje.
Mientras caminaba hacia la terminal de buses tuve que pasar por un área de construcción y una de las cintas que usan para delimitarla se había caído al suelo. Me enredé en ella y como llevaba el morral a la espalda, perdí fácilmente el equilibrio y me caí.

Me raspé las dos rodillas (como niña chiquita), me golpeé la cabeza y me hice una herida en la mano, de la cual me salió sangre.
Las personas muy amables me ayudaron a levantarme y me ofrecieron llamar a una ambulancia. Sin embargo no era necesario. Fuí al baño de la terminal, me lavé y desinfecté la herida de la mano y las rodillas, me puse una venda y me tomé algo para el dolor de cabeza.

Luego almorcé y salí a la carretera a esperar un camión que me llevara a Frutillar. En menos de 3 minutos alguien me paró y me llevó hasta allá y una vez llegué me hospedé donde una señora que alquilaba unos cuartos extra muy baratos (a precio de chile, es decir como a precio de hoteles cinco estrellas de Bolivia).

Frutillar es un pueblito muy alemán a orillas de un lago. Es también famoso por su cultura musical, que se ve reflejada en los sonidos permanentes de música proveniente de instrumentos clásicos (pianos, violines, violonchelos, etc.) que se escuchan salir por las ventanas de las casas.

Recientemente además construyeron un gran auditorio para conciertos que contrasta en tamaño con lo pequeño del pueblo.

Comí tortas y pasteles alemanes, caminé por el lago, recorrí el pueblo y me senté en la noche a conversar con mi anfitriona que me contó toda su historia.

Al día siguiente volví a la ruta, esta vez buscando un camión hasta Concepción... en menos de 5 minutos paró uno y me llevó hasta la ciudad, donde me alojaría con la familia de Cristian.

Hacer autostop en Chile es relativamente seguro, los conductores de camiones son muy amables, las distancias son muy largas, así que siempre les cae bien una compañía y hay solo una ruta principal que recorre el país de norte a sur. Así que para llegar a cualquier lado no hay más que seguir esa ruta hasta la altura de dónde uno quiere ir y ahí tomar otro camión por la ruta perpendicular hasta la ciudad de destino.

Los altos costos en Chile hicieron que tuviera que viajar siempre por este sistema, así que los buses interurbanos chilenos no los conocí!