sábado, 24 de noviembre de 2007

Peregrinación a la Higuera



Algo bien característico de los Bolivianos, es que nunca saben donde queda nada, pero sinembargo te explican (así se lo inventen) y te hacen ir en la dirección equivocada. Tampoco saben a que horas sale el transporte ni a que horas llega ni cuanto demora para ir de un sitio a otro.

Como es posible que en una compañía de buses, que envía buses diariamente por una ruta definida te digan tres personas diferentes el tiempo que tarda en llegar el bus y la diferencia entre una y otra sea de dos horas?
O cuando vas caminando a un lugar, como nos ocurrió en la isla del Sol, las personas decían diferentes tiempos que tardaba caminar de sur a norte, pero estos tiempos variaban entre una hora y media y cinco horas.

Eso no es lo peor. Deberían ver los baños de las paradas de carretera. En las fotos hay un baño. Es demasiado pintoresco para no ponerlo. Básicamente es un hueco en el piso, con dos huellas a los lados, como indicando dónde poner los piés. El olor es horrible (creo) y se ven súper sucios. Pero hay que entrar, pues nunca sabes cuando vas a llegar a tu destino.

Así pues, cuando pregunté a que hora salía el bus de Samaipata a Vallegrande, me informaron que no "salia", que pasaba por la carretera (solo aveces pasaba), uno debía pararlo y pasaba entre las 3 pm y las 7 pm.
Como no quería regresar hasta Santa Cruz, salí faltando un cuarto de hora para las 3 pm y esperé hasta las 4:30 pm. Ahí decidí que quizá no pasaría nunca, así que empecé a "echar dedo" (hacer auto-stop). Me paró un camión que transportaba verduras y me llevó hasta un pueblo llamado Mataral, a unas 3 horas de distancia.

Ahi había un desvío que yo debía tomar a Vallegrande, así que debía esperar otro transporte.

Luego de unos 30 minutos pasó una camioneta. Pararon dos muchachos y me ofrecieron llevarme. Como algunos saben, yo no puedo oler debido a un accidente que tuve hace unos años, así que tuve que recurrir a mi íntuición, pues parecía que habían estado bebiendo. Les dí las gracias y seguí esperando.

Una hora después pasó una familia y me recogieron. En el camino, en medio de la carretera, vimos el parachoques delantero de un carro en mitad de la vía. Cuando nos bajamos a ver, eran los muchachos que anteriormente me pararon, que perdieron el control y se fueron a un precipicio. Gracias s Dios no me monté con ellos!

Dormí en Vallegrande esa noche y al día siguiente tomé un camión de esos de ganado, pero que aqui transportan gente parada y niños acostados y cansado por las largas horas de viaje (ver foto arriba) a Pucará, centro urbano (léase pueblito de mala muerte) más cercano a la Higuera, lugar donde el Ché Guevara fué atrapado y fusilado.
De Pucará debía tomar un tour (que odio) o un taxi hasta la Higuera.

El taxi costaba 70 Bolivianos. Es un precio absurdo, teniendo en cuanta que son como 5 km y que mi presupuesto diario es de 30 Bolivianos!
Sinembargo se aprovechan, pues es eso o caminar cuesta arriba. De todas formas fuí a la alcaldía a preguntar si había otra forma de llegar y el alcalde me preguntó: "hm... a la Higuera... cuanto quiere pagar?". Le dije que máximo 50 Bolivianos ya que ya estaba allá, pues hacía el sacrificio. Entonces llamó a un concejal que también iba a ir allá y le dijo: "Ahi está, ella paga 50 y usted pone los 20 que faltan y se van juntos". El tipo aceptó, pero a mi no me hizo gracia pagar más. Sinembargo lo consideré porque el solo iba y yo regresaba, así que el taxi debía esperarme a mi y traerme de vuelta.

Por las dudas le pregunté al taxista cuanto nos cobraba solo por llevarnos a los dos y dijo: "Lo mismo, porque igual yo me tengo que regresar, así que me dá igual esperarla o dejarla allá". Así que ahí decidí que era injusto que yo pagara más y me jugué la última carta. Le dije al concejal que fueramos mitad y mitad y a él ya no le pareció, así que yo muy decidida (a pesar de que no tenía ni cinco de ganas de caminar esa loma) dije que me iba a pié. Él tenía que ir de todos modos, así que, o aceptaba pagar mitad o pagaba todo completo él solo... o decidía no ir, en cuyo caso se me tiraba en todo.

Gracias a Dios decidió aceptar mi propuesta y nos fuimos.

Esta historia se iba a llamar "los últimos pasos del Ché", pero como ahora me encuentro cerca a su lugar de nacimiento, decidí hacer una historia especial completa sobre Ernesto Guevara, así que por ahora no les voy a contar sobre la higuera.

Cuando terminé mi visita a la Higuera, el concejal fué a pagarle al taxista su mitad, pero el taxista no tenía devuelta, así que yo le dije que me lo diera a mí, yo le devolvía y luego le pagaba al taxista todo completo. Así lo hicimos y el taxi me llevó de regreso a Pucará y cuando llegamos le dí un billete de 100 Bolivianos, así que me debía devolver 30 Bolivianos. "Cuanto tengo que devolverle..." me dijo calculando mentalmente. "No sé,- le dije, - dependiendo en cuanto me lo vaya a dejar". Él, que había presenciado la discusión con el concejal se rió y me entregó 40 Bolivianos.

Así termina pues la historia de mi visita al lugar de fusilamiento del Ché y de cómo, en su honor, le tumbé finalmente los 10 Bolivianos al concejal... digno representante de la autoridad opresora!

Samaipata


El comentario general de cuantos han viajado conmigo por corto o largo tiempo es que funciono como una tarjeta de descuentos. De alguna manera logro encontrar todo major y mas barato. Las excursiones de Samaipata no fueron la excepción.

El primer día conseguimos que un taxista nos llevara por poco dinero al fuerte de Samaipata, una piedra de granito, labrada con diferentes representaciones culturales con un diámetro mayor de unos 200 metros.
Luego fuimos a las Cuevas, una serie de cascadas de agua por senderos "ecológicos" (aparentemente sinónimo de piscinas de Comfama con caminos llenos de basura). Sinembargo subimos hasta la mas lejana y pudimos bañarnos sin la afluencia de turistas de las demás cascadas.

Otro de los atractivos de Samaipata es su cercanía con el Parque Nacional Amboró, una reserva natural que contiene, además de plantas y gran variedad de animales, los famosos helechos gigantes de la Yunga Boliviana.

Queríamos ir a verlo y averiguamos en una agencia de tours. El tour costaba carísimo. Yo decidí esperar y buscar una forma más económica de ir, pero Stefan quería ir de todas formas, así que abonó la mitad del tour.
Esa misma tarde me dediqué a preguntar por el lugar a cuanto taxista, local camionero o simplemente persona descuidada que se dejara atrapar por mí, sobre la mejor forma de ir. Finalmente consguí un guía que nos llevaba por una cuarta parte de lo que le habían cobrado a Stefan. Se unió al paseo Monique, una niña de Michigan, USA, que se alojaba en el mismo hotel que nosotros.

Como se imaginarán, pues tuvimos que ir a rogarle a la señora del tour que nos devolviera la plata de Stefan (que no fué del todo dificil, pues no se había anotado nadie más para el tour y no les salía llevarlo solo a él).

Esa noche por primera vez en muchisimo tiempo ví una película en DVD!

Al día siguiente salimos pues de excursión a la Mina, que es el nombre de la zona a donde fuimos a caminar por la Yunga. Vimos los helechos gigantes y fauna pequeña, pero nada de venados ni "leones" (en realidad son jaguares). Caminamos por más de 4 horas, con un interludio de unos 40 minutos en que nos extraviamos. Gracias a Dios el guía conocía la región y nos trajo sanos y salvos (aunque cansados) de regreso a Samaipata.

El último día decidimos descansar, evitar los tours e irnos a la piscina de un hotel cercano a hacer... nada!

En la tarde Stefan regresó a La Paz y yo me paré en la carretera a esperar una flota en dirección a Vallegrande... que nunca llegó.

Pero esa es otra historia.