lunes, 11 de febrero de 2008

La llegada a casa... Medellín!


Mis papás suspiraron aliviados cuando pisé suelo paisa. Por fin se acababa la incertidumbre de saber donde dormiría, comería, a donde iría y con quienes. Pero eso nunca se acaba, porque viajar se lleva en el alma y yo ya estaba planeando como conocer mi propio país que era el que me faltaba. Y mi papá ya me tenía el primer destino: Navegar una parte del Río Magdalena!!!

Pero primero podía tomarme un descanso, comer en mi casa, dormir en mi cama, jugar con mis perros y montar mi caballo. Además ver mi ciudad, esta vez con otros ojos.

Como dice Facundo Cabral:

"Después de ver las maravillas del mundo
no hay nada como regresar a la patria..."


Medellín me esperaba con sus montañas verdes, más verdes que cualquier otro verde posible y sus personas excepcionales.

Para todos aquellos que me han acompañado en este viaje, por medio de mis historias y que aún no conocen Medellín, se los voy a contar, desde mi punto de vista, seguramente poco objetivo, pues aunque cada sitio que visité fué hermoso y logró conmoverme, este es MI sitio. Este es MI lugar. Esta es MI ciudad.

Es una ciudad grande con alma de pueblo. Tiene mucha más gente de la que todos creemos, tres millones de habitantes en el Valle de Aburrá, pues además se han ido adhiriendo a ella pequeños pueblos que quedaban en los alrededores y fueron casi absorbidos por la gran urbe.

Si tengo que escoger una palabra para describir su paisaje, escojo "verde". La rodean montañas por todos lados, todas verdes. Está llena de árboles y huele a verde. Estando aquí uno se acostumbra y se le olvida lo verde que es, pero al llegar de otro sitio, es lo primero que impresiona, el color predominante.

Esta llenita de personas que se consideran felices a pesar de todos los problemas pasados y presentes, que aman cada calle como si fuera la sala de su propia casa y la cuidan como si fuera su jardín.

Tiene un metro que no se compara en organización, cultura y limpieza a ningún otro que haya conocido (y conste que monté en casi todos los de Suramérica y en muchos de Europa y USA, así que hablo con conocimiento de causa) y del cual todos los habitantes nos sentimos tan orgullosos, que estamos dispuestos a discutir con cualquiera que opine lo contrario!

Las personas son solidarias, amables, serviciales. El día que llegué, mi mamá me pidió que la acompañara a hacer unas compras. Paramos en un semáforo y un señor vendía cerezas. Mi mamá preguntó cuanto costaban y el señor dijo: "15.000 pesos".
Mi mamá miró su billetera y vio que no tenía suficiente dinero, así que le dijo: "No, luego paso porque no tengo plata" y el señor le contestó: "Lléveselas señora y ahora pasa y me las paga". Eso solo pasa en Medellín.
Mi mamá, al regreso a casa, pasó a pagar las cerezas y el señor estaba ahí, sonriente y confiado de que ella volvería, porque así es la gente de aquí. La palabra es la palabra!

Gracias a todos. Gracias por sus cartas, sus comentarios. Gracias por seguir mis historias, por darme un espacio en su tiempo. Gracias por reír y por llorar conmigo durante estos 5 meses.

A partir de la próxima semana, vendran más historias sobre Colombia, así que los espero de nuevo.

Sigan soñando viajeros, sigan recorriendo el mundo aquellos que ya empezaron y anímense a hacerlo aquellos que aún no empiezan. Nunca es tarde. No hay edad, dinero ni tiempo, solo el deseo de explorar, de conocer y sobretodo de vivir!

Que las estrellas los guíen...

Buen viento y buena mar!


Angélica

sábado, 26 de enero de 2008

De Chile a Perú a Colombia!


De Chile pasé en bus a Perú y ahi se nota la diferencia!

Cuando me subí al bus en Chile, una señora indígena me preguntó si podía llevar una chaqueta en la mano como si fuera mía. Como buena Colombiana, adoctrinada en aquello de "no acepte llevar nada para extraños o cuyo contenido no conozca", me negué.

La mujer intentó lo mismo con los demás pasajeros. Algunos no aceptaron, pero la mayoría si le llevaron chaquetas. El objetivo era pasarlas si declarar, como objetos personales, hacia el Perú.

Este comercio ilegal funciona en ambas vías. De Chile sacan ropa usada para revenderla en Perú. De Perú llevan ropa nueva para venderla en Chile. Llenan los buses debajo de las sillas, en los compartimentos para el equipaje de mano y se la dan a los pasajeros, quienes deben ponérselas durante el proceso de migración e inmigración para hacerlo más creíble... en realidad creo que los policías se hacen los tontos, pues no se imaginan el ridículo espectáculo de 30 pasajeros en pleno desierto a 40 grados a la sombra, con chaquetas para el frío, todas del mismo color!

Pero que pueden discutir los policías si la gente dice que son suyas?

En la aduana los policías suben y empiezan a arrojar por las puertas del bus todo aquello que encuentran sospechoso. Esta mercancía la pierden los comerciantes. Viven de aquello que logren colar por la aduana. Llenan el bus de niños, con la complicidad de los choferes, pues los aduaneros son más condescendientes con los chicos.

Pueden ver en las fotos, algunas de las escenas de prendas arrojadas al suelo y el tamaño de los equipajes de las personas. No hay muchas fotos, pues los aduaneros decidieron que era ilegal fotografiarlos y amenazaron con quitarme la cámara.

Una señora subió a una niña de unos 7 años con varios jeans, uno encima del otro, chaquetas, sacos, botas... en fin, cuanto pudo y la señora fué detenida por los aduaneros. La niña sin saber que hacer, no dijo nada, se quedó sentadita en el bus, calladita y unos 3 km después, un pasajero del bus notó su presencia. La niña se puso a llorar sin saber que hacer, el bus no podía devolverse y el chofer pretendía que la niña se bajara y volviera caminando.

Ante la protesta de algunos de nosotros, el chofer siguió hasta el próximo puesto de seguridad vial y dejamos allí a la pobre chiquita, sin plata, sin saber cómo llamar a su tía y con toda la ropa encima.

Como buen comercio ilegal, los más afectados terminan siendo los niños a quienes además nadie les pregunta por su voluntad o no de participar en este teatro absurdo.

Finalmente llegué a Lima, después de 30 horas en bus, desde dónde mi papá me había conseguido un vuelo de Avianca con millas! Antes de irme ví de nuevo a Fanny, Izia, Loic y François en Lima (ver historia de Lima).

Las autoridades aeroportuarias me hicieron botar el contenido del spray de pimienta, regalo de Juan y Márgara, que tan útil me fué durante el viaje, pues solo apretarlo en mi mano me hacía sentir más segura.

Y empezó mi segundo vuelo en este viaje (el primero fué el de Nazca), con una sensación ambigua de descanso por llegar a dormir en mi cama y de tristeza por abandonar las rutas y los caminos con los que ya me sentía uno!

Esta aún no es la despedida, no dejen de leer, que en la próxima les cuento como fué la llegada a casa!

lunes, 21 de enero de 2008

Hacia el norte de Chile... el regreso en camión!


Al regreso hacia Perú, me detuve en La Serena, Copiapó, Iquique (antiguo territorio peruano, perdido durante la Guerra del Pacífico) y finalmente Arica.

De cada uno de estos sitios no hay mucho que decir, pues fueron solo paradas cortas para conocer la ciudad y admirar el paisaje, cambiante a cada kilómetro y a la vez increíblemente monótono dentro de sus dunas de arena desértica.

El desierto de Atacama es muy diferente del Sahara o del desierto de Nazca. La arena no es del color del oro, ni suave, ni produce esa sensación de agua corriente de las dunas que había visto hasta ahora.

El desierto de Atacama, el lugar más seco de todo el mundo, tiene dunas de arena compactada, que más parecen piedras a simple vista, pero que se desmoronan con facilidad al tácto. El color es grisáceo, con grandes manchas blancas que corresponden a los salares, lo cual le dá un tono más triste que desértico.

Las carreteras son increíblemente monótonas, lo cual aumenta considerablemente los índices de accidentalidad, pues los conductores se duermen con facilidad. Esto hace que también se incremente su voluntad de recoger viajeros, así que no me faltó transporte y a ellos no les faltó conversación, como se imaginarán.

Esta última etapa del viaje estuvo marcada irremediablemente por los camioneros. Antes de este viaje, nunca les dediqué mayor esfuerzo mental que el que implicaba pensar en lo estorbosos que son en las carreteras y lo dificil que hacen el pasárselos en la vía.

Sinembargo el viaje cambió mi apreciación. No tengo una sóla queja de ellos.

Si, viajé sola y no, ninguno me hizo ni la más mínima insinuación fuera de lugar.

Conversábamos de la vida, de política, de sus recuerdos de la época de la dictadura chilena que ha sido mi tema recurrente y obsesivo durante esta etapa del viaje, de Bachelet y sus política sociales, de su trabajo en los camiones, de sus familias, de sus penas, sus alegrías, sus orgullos... en fin, cada uno aportó una pieza pequeña al rompecabezas de mis ideas prejuiciosas con estas personas que no son más que hombres amables que llevan una vida difícil, pero sin los cuales sería imposible que un país marchara.

Son las sangre de cada país, que recorre sus carreteras como venas y llevan todo aquello sin lo cual no podríamos vivir: Los alimentos, los empaques, las bebidas, el combustible, los mensajes de amor y de odio... todo, absolutamente todo depende del trabajo de estos hombres, que sacrifican a sus familias, pues las ven únicamente 4 días al mes (no cada domingo, solo 4 dias juntos en un mes), durante toda su vida.

Son padres sacrificados que quizá, si pudieran, cambiarían su trabajo para estar más con sus hijos, esposos dedicados que en muchas ocasiones son abandonados por otros hombres más cercanos, más reales, más presentes. Cabezas de familia orgullosos de los logros de sus hijos, a quienes presionan a que estudien y vayan a la universidad...

Así que esta historia es un abrazo a todos ellos, que se portaron conmigo como lo haría un padre, generosos y desinteresados. Que me sacaron de Chile cuando ya la plata para volver por mi cuenta escaseaba, me dieron de comer en cada parada y hasta me dieron hospedaje cuando fué necesario, sin pedir a cambio más que la compañía y las historias de mi viaje.

Todos tienen la dirección de esta página, pero seguramente pocos podrán leerla, a menos de que sus hijos les ayuden. Sinembargo, aún si nunca ven ésto, van para ellos mis agradecimientos silenciosos por su ayuda, su generosidad y por haberme alejado un poco más de los prejuicios y haberme dado esta nueva lección de humildad!

miércoles, 16 de enero de 2008

Valparaíso y Viña del Mar





Llegué a Valparaíso a alojarme en casa de Hugo de Couchsurfing y su familia. Me recogieron en la estación del metro y fuimos a su casa, donde viven Hugo, su esposa Maria Eva y los hijos adolecentes, Ignacio, Francisca y Renata.

Mi primer día en Valparaíso, Renata de 13 años, quien es una entusiasta de la ecología y la fotografía, me acompañó a recorrer la ciudad.
Visitamos la Sebastiana, otra de las casas de Neruda, que mantiene el esquema de barco, como le gustaba al poeta y tiene una vista increíble sobre el pacífico.

Subimos a los famosos ascensores de Valparaíso y recorrimos el museo a cielo abierto, que es una colección de murales callejeros, obra de diferentes artistas locales que pueden apreciarse en un recorrido por las calles de uno de los cerros de la ciudad.

Almorzamos con Hugo en "La piedra Feliz", un restaurante que recrea un pueblo chileno, con sus casas y callejones. Conocimos el Café del Poeta y el Club Social J. Cruz, donde existe una colección increíble de los más variados objetos y donde las personas dejan sus firmas, fotos y nombres en las vitrinas y mesas del restaurante, logrando un efecto caótico de desván, que al final resulta muy bonito.

Valparaíso me encantó. Es una ciudad vieja, con un aire bohemio y artístico, llena de ascensores, funiculares y callejones pequeños con casitas de los más variados colores.
Algunas de las casas son construcciones sólidas con paredes revocadas y otras tienen sus paredes recubiertas de lata, para protejerlas del viento, el agua y el salitre.

Las personas pintan sus casas con murales, el arte callejero se aprecia en cada esquina, dándole a la ciudad un ambiente mucho más bohemio aún.

Fuimos también a Viña del Mar, que es una ciudad mucho más moderna y para mi gusto, no tienen el encanto de Valparaíso. Sinembargo canté una canción, así que ahora mi curriculum musical incluye haber grabado un CD, cantado a dúo con Serrat y Sabina y haber cantado en Viña del Mar. Pocos artistas Colombianos pueden incluír tantos logros en su curriculum... no creen?

En la noche fuimos a comer a un restaurante. El mar de Viña pegaba fuerte contra las piedras y se levantaba en olas inmensas contra el sol del atardecer. Era un espectáculo hermoso! Renata y yo tratamos de fotografiarlo... Y terminé bañada de pies a cabeza por una ola monumental!!!

El día que me iba la familia organizó un Picnic en el jardín, almorzamos y luego me pusieron en contácto con un camionero que ellos conocían, para que me llevara hasta Copiapó. Fué mi primer viaje en camión de noche, pues evitaba hacer dedo después de las 8 pm, pero como era alguien conocido me fuí con ellos.

Me fué muy bien, como siempre, dormí todo el camino y llegué en la mañana a Copiapó...

Santiago de Chile


Luego de más horas y más camiones llegué a Santiago a casa de Carlos y Flyter de Couchsurfing.

Me recibieron a pesar de que ya tenían otros 3 huéspedes... y me recibieron con comida! Venía muerta del hambre.
Había en su casa dos chicas canadienses y un brasilero. Las paredes estaban llenas de cartas de otros cuchsurfers y de papelitos con instrucciones y normas de la casa para viajero,las cuales incluían no acostarse antes de las 8 pm (dada la experiencia previa vivida con un alemán).

Fueron unos días muy "chévres" como diríamos en mi tierra. Cocinamos, comimos, jugamos cartas, trasnochamos, hablamos hasta tardísimo del proyecto de Couchsurfing, de política colombiana, chilena y suramericana en general, de viajar a dedo... en fin, el tema no faltó.

Además me dediqué a recorrer las calles de Santiago, al mejor estilo de Pablo Milanés con su canción "Yo pisaré las calles nuevamente" (como pueden ver en el álbum que a mi me parece, quedó muy bonito!).
Fuí uno a uno a visitar el lugar de los hechos históricos que llevaron a Chile a ser el primer país en elegir un presidente comunista por votación popular, y luego a arruinar su gobierno, bloqueando todas sus salidas para luego ser empujado al suicidio por el General Pinochet quien, en lugar de restaurar la democracia como esperaba USA que apoyó su gesta anticmunista, se adueñó del poder y terminó por restaurar lo material a costa de la sangre, la dignidad y los derechos de los chilenos.

No me interesa entrar en discusión política, pues me pasé en eso mi tiempo en Santiago. Si quieren ver la recreación de esa canción que me llagaba al alma y que nunca creí que podría vivenciar de esta forma tan especial, pueden ver el álbum.

Recorrí pues Santiago, una urbe ejemplar, limpia y ordenada. Con un sistema de trasporte puntual pero poco efectivo por la dificultad que representa entender la estructura de la ciudad. A excepción del metro que si funciona de maravilla. Ahí me abrieron el bolso y trataron, sin éxito gracias al cielo, de robarme!

Visité también la Villa Grimaldi, un mausoleo de recuerdos y espíritus de personas comunes y corrientes que fueron torturados, desaparecidos y asesinados durante la dictadura y que hoy se ha convertido en un parque en memoria de la paz.

También fuí a la Chascona, la casa del poeta Pablo Neruda y recorrí su interior que recuerda un barco o un laberinto o simplemente un verso de su poesía.

Esta casa fué nombrada en honor a su esposa Matilde Urrutia a quien él cariñosamente llamaba "La Chascona" por su pelo rojo y alborotado y quien tuvo que restaurarla luego de que los militares de Pinochet la destruyeran cuando llegaron buscando al poeta, el mismo día del golpe militar de 1973, pues Neruda era comunista y considerado rebelde, pero para ese entonces se encontraba ya en su lecho de muerte.

Finalmente me fuí de Santiago, luego de despedirme de Flyter y sobretodo de Carlos, con quien nos entendimos muy bien.

Salí a la carretera que Va al paraiso... y allí me fuí!

El Chiflón del Diablo...Subterra...Subdignidad


Fuí a Lota, una zona de minas subterráneas de carbón y entré al "Chiflón del Diablo". Es una mina a 140 metros por debajo del nivel del mar y de 550 metros de longitud mar adentro, donde antiguamente se obtenia carbón en grandes cantidades, permitiendo que esta región fuera una de las más prolíficas de Chile.

Una vez se descubrieron las minas de carbón a tajo abierto, es decir que no son subterráneas, en Colombia y Venezuela, el carbón chileno dejó de ser competitivo en el mercado y las minas cerraron para siempre, dejando a los pobladores sumidos en la miseria y a las minas, abiertas sólo a los turistas que vienen entre otros a observar las locaciones de la película "Subterra" que fué filmada en este lugar.

En la mina se puede vivenciar la dificultad del trabajo de estas personas, que extraían el carbón agachados en una posición muy incómoda (pueden verme sacando carbón en las fotos), durante 12 horas diarias, siete dias a la semana, sin derecho a descanso y sin más remuneración que "fichas" intercambiables en las pulperías que pertenecían a los mismos dueños de las minas... Negocio redondo!

Sólo hombres podían trabajar e incluso entrar en la mina. Los que tenían hijos pequeños los enseñaban desde los 7 años a trabajar, por si un dían enfermaba el padre, el hijo asumiera su trabajo y la familia no fuese expulsada del pueblo, en el que solo podían vivir las familias de mineros. Si una familia sólo tenía hijas mujeres estaba condenada al hambre y al destierro una vez faltara el padre.

Los propietarios de las minas que antes explotaban a los obreros, incluso a niños desde los 7 años, exponiéndolos a peligros increíbles como los famosos corredores de fuego, hoy en día no se preocupan por la suerte que corren los ex-mineros que hoy no tienen trabajo y nunca aprendieron a hacer nada diferente de sacar carbón.

Para quienes no conozcan el término (como yo, antes de llegar a la mina), los corredores de fuego eran niños pequeños (entre 7 y 9 años) que eran enviados a detectar la presencia de gas metano en el interior de la mina. Había dos razones para que fueran de esa edad. La primera era que su tamaño les permitía estar cerca del gas que se acumula a ras de suelo y la segunda que sus vocecitas agudas les permitían gritar sin correr el riesgo de causar un derrumba el interior de la mina.

Los niños eran envueltos en sacos húmedos y se les daba una antorcha con la cual debían ir buscando el gas. Cuando lo encontraban, este explotaba, así que debían gritar: "Grisú", para advertir a los mineros y arrojarse al suelo cubiertos por los sacos húmedos que los protegian del fuego causado por el gas y la antorcha. Como se pueden imaginar no siempre corrían con suerte.

Luego de la llegada de los ingleses empezaron a usar canarios y luego loros (más fáciles de conseguir por ser nativos), que morían rápidamente cayendo de espaldas al entrar en contácto con el gas. Hoy en día los chilenos aún utilizan la expresión: "Se cayó de espalda el loro", para explicar que alguien muere.

Pedro, nuestro guía, quien perdió un brazo trabajando en la mina, no recibió indemnización ni nada parecido despues de su accidente y debe agradecer a los dueños de la mina que le permiten realizar esas visitas guiadas a cambio de las propinas de los turistas de buena voluntad.

Hoy en día los pobladores de Lota se dedican al "rebusque", es decir, trabajan en lo que pueden, viven de la caridad de los turistas, evitan usar la electricidad porque no pueden pagarla... Una situación muy particular que me ocurrió, refleja claramente la situación de estas gentes:

Debía tomar un taxi desde la mina hasta el sitio dónde estaba el bus para regresar a Concepción. Le pregunté al taxista cuanto cobraba y me dijo: "Lo que usted quiera darme patrona". Como tiene que estar uno de necesitado para no poner siquiera precio a su trabajo y considerarlo caridad?

Fué una visita muy interesante, pero muy triste. Creo que cualquier persona que reniegue en algún momento de su trabajo, deberería visitar este lugar, para darse cuenta lo que son condiciones laborales infrahumanas.

Concepción, Penco y Talcahuano


A Concepción llegué una tarde, despues de muchas horas de viaje en unos 6 camiones.

Llamé a la mamá de Cristian, el amigo de Chiloé, con mucha pena de pedirle alojamiento, pero cual no sería mi sorpresa al ver que me esperaban. Cristian la había llamado.

Llegué justo a la inaguración del local familiar de comidas rápidas "Brontosandwichs". La familia vive en Penco, una comuna de Concepción, ubicada a orilla del mar y con unas playas preciosas.

Me recibieron súper bien, todos muy lindas personas y muy unidos en una numerosa familia. Todas las noches mientras estuve allá me dediqué a ayudar en el negocio. Además recorrí Penco, hablé por horas con Lucho, hermano de Cristian, quien es un tipo súper interesante y me contó mucho sobre la historia de Chile.

Además recorrí los alrrededores. Fuí a Talcahuano, una playa a una hora y media de Penco, donde se encuentra el "Huascar", un barco que originalmente fué Peruano y que logró hundir al barco Chileno "Esmeralda", durante la guerra del pacífico. Luego el Huascar fué capturado y retenido por los Chilenos que hoy lo exhiben muy orgullosos de su valor y llenan sus alrededores de placas conmemorativas, que recuerdan los triunfos, más no las pérdidas invaluables de vidas humanas durante la guerra.

La verdad, más que los barcos, en Talcahuano me encantaron los lobos marinos, que acuden a la orilla atraídos por los turistas que los alimentan y posan para la cámara como si hubieran nacido para eso.

Fueron unos días muy lindos con la familia de Cristian. Además de estas zonas, fuí a Concepción, a visitar la universidad (famosa por ser la cuna del movimiento revolucionario de izquierda en Chile y opositora de la dictadura de Pinochet), a los parques, a las playas... en fin, me caminé la ciudad lo más que pude y me deleité con sus ofertas culturales: Espectáculos, libros, música...

Pero como llegué (a dedo) tuve que irme.

Frutillar y el viaje a dedo (autostop)


De Chiloé salí a Puerto Montt, donde sufrí mi primer accidente de viaje.
Mientras caminaba hacia la terminal de buses tuve que pasar por un área de construcción y una de las cintas que usan para delimitarla se había caído al suelo. Me enredé en ella y como llevaba el morral a la espalda, perdí fácilmente el equilibrio y me caí.

Me raspé las dos rodillas (como niña chiquita), me golpeé la cabeza y me hice una herida en la mano, de la cual me salió sangre.
Las personas muy amables me ayudaron a levantarme y me ofrecieron llamar a una ambulancia. Sin embargo no era necesario. Fuí al baño de la terminal, me lavé y desinfecté la herida de la mano y las rodillas, me puse una venda y me tomé algo para el dolor de cabeza.

Luego almorcé y salí a la carretera a esperar un camión que me llevara a Frutillar. En menos de 3 minutos alguien me paró y me llevó hasta allá y una vez llegué me hospedé donde una señora que alquilaba unos cuartos extra muy baratos (a precio de chile, es decir como a precio de hoteles cinco estrellas de Bolivia).

Frutillar es un pueblito muy alemán a orillas de un lago. Es también famoso por su cultura musical, que se ve reflejada en los sonidos permanentes de música proveniente de instrumentos clásicos (pianos, violines, violonchelos, etc.) que se escuchan salir por las ventanas de las casas.

Recientemente además construyeron un gran auditorio para conciertos que contrasta en tamaño con lo pequeño del pueblo.

Comí tortas y pasteles alemanes, caminé por el lago, recorrí el pueblo y me senté en la noche a conversar con mi anfitriona que me contó toda su historia.

Al día siguiente volví a la ruta, esta vez buscando un camión hasta Concepción... en menos de 5 minutos paró uno y me llevó hasta la ciudad, donde me alojaría con la familia de Cristian.

Hacer autostop en Chile es relativamente seguro, los conductores de camiones son muy amables, las distancias son muy largas, así que siempre les cae bien una compañía y hay solo una ruta principal que recorre el país de norte a sur. Así que para llegar a cualquier lado no hay más que seguir esa ruta hasta la altura de dónde uno quiere ir y ahí tomar otro camión por la ruta perpendicular hasta la ciudad de destino.

Los altos costos en Chile hicieron que tuviera que viajar siempre por este sistema, así que los buses interurbanos chilenos no los conocí!

lunes, 7 de enero de 2008

La isla de Chiloé


Puede ser que el haber encontrado compatriotas en la ruta me haya alborotado la nostalgia, pero cuando llegué a Quemchi, en Chiloé, me pareció haber llegado al puerto de Buenaventura, con su cielo gris, su aire húmedo y pesado y su incesante lluvia menudita.

El paso en ferry hacia la isla me hizo pensar en aquel viejo ferry que tomé tantas veces con mi papá para cruzar el río Magdalena hacia la isla de Mompox.

Pero luego llegaron los pingüinos. En Colombia no hay pingüinos. Nunca había visto pingüinos, excepto en acuarios y zoológicos. Y ahí estaban, en Chiloé cientos de pingüinos magallánicos y ... solo para mi!

Me hospedé en casa de Oscar de couchsurfing... ya ven, hasta en Chiloé hay couchsufers! Él y su polola (novia en chileno) Cecilia son un amor! La ciudad donde vive Oscar se llama Quemchi y es un puerto pequeño cerca a Ancud, que es una ciudad más grande. Con Oscar y Cecilia comimos, hablamos, escuchamos música colombiana, sobretodo cumbia que no se parece en nada a lo que llaman cumbia en Chile.

Además me hicieron una introducción a los chilensmos que tendría que aprender para el resto del viaje. Pololo (novio), pelar (hablar mal de los demás, que es el deporte nacional chileno), al tiro (inmediatamente)... en fin, todo un nuevo diccionario que debía reemplazar los argentinismos ya aprendidos!

La capital de Chiloé se llama Castro y tiene la iglesia en madera más grande del mundo. Acostúmbrense! En Chile todo es lo más...algo...del mundo.

Chiloé está lleno de casitas de colores vivos construídas sobre pilotes para protegerlas de la humedad. La gente tiene más influencia en su fisionomía de los indígenas Mapuche, que eran los chilenos originales. es posiblement el lugar más pintoresco que he visitado hasta ahora.

Recorrí esta isla con Jonathan, que seguía acompañándome en el viaje, haciendo su terapia de vivir a mi ritmo... aunque creo que casi lo enloquezco!

Conocimos a Paul, un francés que trabaja 8 meses al año en Francia para luego venirse 4 a Chiloé y que está construyendo una casa con las ventanas al revés frente al océano pacífico...

Y a Cristian, que es de Concepción, pero trabaja en Chiloé y es pescador. Es todo un personaje sacado de un cuento y me puso en contácto con su familia en Concepción, dónde luego me alojé.

Jonathan siguió de regreso a la Argentina y yo me fuí a Frutillar... una aldeita alemana en el sur de Chile!

domingo, 6 de enero de 2008

No llores por mi Argentina...


Y como vine... tuve que irme.

Mi tiempo se agota y aunque hubiera querido extenderlo indefinidamente y escudriñar cada lugar recóndito de este continente, hay un trabajo de doctorado que me espera y para eso muchos preparativos.

Así que me monté en un bus de nuevo... con destino Puerto Montt, Chile y luego la isla de Chiloé, último desvío sureño antes de empezar a regresar hacia el norte.

Mientras hacía el cruce de lagos hacia la frontera chilena, en mi iPod, que tocaba canciones al azar, sonó "no llores por mí Argentina..." lloré un poquito en silencio, pues a pesar de que aún me falta todo un país por ver, ya siento que se acerca el final de mi aventura.

En la terminal de Bariloche fui a comprar agua y frente a mi escuche un acento conocido. instintivamente me di la vuelta y le pregunté al chico de donde era... "Medellín", contestó. Estaba con otros dos paisas (dícese de los ciudadanos de Medellín) y nos fuimos hablando en el bus. Eso acrecentó mi nostalgia.

Sin embargo, al final de la conversación mi naturaleza me domina. Le pregunto que hace en Medellín y me contesta que maneja un camión. Instintivamente le pregunto si no tiene viaje hacia la costa colombiana hacia fines de enero... podría llevarme hasta allá... se ríe y me anota su teléfono. Puedo llamarlo cuando regrese y me cuenta hacia donde viaja. No puedo evitarlo.
Me alegro de volver a casa, pero la carreteras, los caminos y las personas las tengo en la sangre y ahora más arraigadas que nunca.

Este viaje, además de cambiarme, me ha dado muchas más cosas. Ahora creo que no es necesario nada material para ser dueño de uno mismo. Las carencias materiales solo son pobreza si tu actitud mental lo permite. Para algunos, las carencias materiales son libertad.

Perdí el miedo a vivir. Ahora sé que puedo decidir que quiero hacer y nunca me sentiré esclava de lo que hago. Ahora sé que siempre tengo la opción de tirar todo al carajo e irme a recorrer el mundo pues lo único que se necesita son ganas.

Y si un día tengo suficientes compromisos y responsabilidades como para no poder hacerlo, este viaje siempre estará en mi memoria, como un libro que puede releerse cada vez que uno quiera, para darse fuerza.

Los personajes de esta aventura son mis personajes y mientras miro el paisaje argentino por la ventana y le digo adiós por ahora, los hago desfilar en mi mente con sus historias, a voluntad.

Son mis personajes. Son mis historias. Es mi viaje. Ahora todo puede pasar, pero como dice mi mamá, ya no importa: "Nadie te quita lo bailaó"

En este momento del viaje el presupuesto es reducido y sin embargo se mantiene dentro de mis límites. Llevo ahora 18 semanas de viaje y he gastado exactamente 1800 dólares incluyendo todo (transporte, comida, alojamiento, actividades extra) y sin limitarme en nada, como habrán notado.

Chile es mas caro, pero no quiero dejar de verlo. También es más seguro, así que siempre me queda el recurso del dedo. Eso siempre funciona... Así que si estás leyendo este blog, tienes un auto, vas recorriendo Chile de sur a norte y ves en la carretera una niña sola que te hace señas... para! Puedo ser yo, tratando de llegar a Lima, desde donde mi papá que se apiadó de mis casi 6.000 km de regreso me consiguió un pasaje aéreo con millas de Avianca.

Hago pues mi última parada sureña antes de girar definitivamente hacia el norte. La isla de Chiloé me espera con sus pingüinos y sus casitas de colores. Luego, un último país por descubrir y la inevitable despedida de los caminos, por ahora.

Pero no importa. El mundo me pertenece y siempre puedo volver a hacerlo en mi vida o en mis recuerdos. El resto no importa.

Me quedan pues 200 dólares para dos semanas en el país mas caro de América Latina. Antes hubiera creído que es una locura, pero a estas alturas si me falta plata, me sobra confianza, así que sin pensarlo mucho me lanzo de nuevo a la aventura.

jueves, 3 de enero de 2008

El Bolsón


Metido en medio de las montañas está este pueblito fundado en la década de los 70, oficialmente como una zona no nuclear, donde los hippies, artesanos y ecologistas han encontrado un paraíso y la industrialización es aún una utopía.

Me alojé en casa de Federico, de couchsurfing. Llamé desde el pueblo y me contestó Sally, la mamá de Federico. Me preguntó mi nombre y no parecía muy segura de estarme esperando, pero me dio las indicaciones de cómo llegar. Luego entendí porqué.

Federico, su mamá y su hija de 13 años tienen una casa de madera en medio del cerro Piltriquitrón que más parece un albergue. Reciben a todo el que quiera llegar. En orden de llegada los mochileros ocupamos las camas o carpas que se arman en el terreno que es muy grande. El uso de la cocina es libre al igual que el baño... y uno se siente como en su propia casa!

Encontré allá a dos chicos argentinos, de Entrerrios, una chica alemana y un chico belga. Llegué justo antes de la hora de la cena y compartieron conmigo su comida. Luego llegó Federico del trabajo y estuvimos conversando un rato. Es todo un personaje, padre soltero de Micaela de 13 años, que sueña con el día en que su hija se independice para el tomar una mochila e irse de viaje por el mundo.
Mientras tanto, los viajeros que llegan a su casa permanentemente, le traen el mundo hasta su puerta.

Esa noche salimos juntos todos los hospedados, fuimos a el Bolsón a charlar un rato. Hablamos del sistema de intercambio de alojamiento. De como te cambia la vida, no solo porque te permite viajar muchísimo, sino porque cambia tu actitud hacia las personas. Te vuelve más noble, más confiado, más generoso y sobretodo más solidario.

Nos despedimos... los argentinos se iban a acampar al lago, Julia, la alemana, seguía al sur, hacia Calafate y el belga hacia el norte de Argentina.
Nos dijimos adiós con la promesa de venos de nuevo en Europa. Julia y yo vamos a hacer dedo hasta Gena, donde vive Pieter, el belga para el festival de verano.

El sábado era día de feria artesanal. Todos los artistas y artesanos del Bolsón, así como algunos provenientes de otros lugares de Argentina y de el mundo se reúnen en una feria preciosa. Lastimosamente mis limitaciones de plata, espacio y ganas de cargar con más peso me impidieron antojarme de todo.

Jonathan, el suizo y Vero vinieron el sábado a la feria, así que nos encontramos en la feria, fuimos a pasar la tarde al río azul y luego regresamos a Bariloche.

Como se acortaba el tiempo de mi viaje no podía seguir hacia el sur como hubiera querido. Las distancias patagónicas son inmensas y los viajes por tierra eternos, además de costosos. Así que empecé a pensar en dirección norte.

Por azar del destino, Jonathan me habló de una isla al sur de Chile, llamada Chiloé, dónde los nativos cuando se va a mudar lo hacen, no de casa, sino con casa. Es decir, se juntan todos los vecinos y juntos mueven la antigua casa hasta el sitio del nuevo domicilio. Luego hacen una fiesta para celebrar... Quise conocer ese exótico lugar y así fui a dar a Chile!

San Carlos de Bariloche


En el bus a Bariloche conocí a Jonathan, un suizo muy suizo, que vive en Buenos Aires, baila tango, hace ejercicios de respiración, tiene una novia italiana y es... muy suizo.

Me iba a alojar en casa de Vero, una amiga de mi mamá de La Liga de La Leche y cando la llamé a avisarle que había llegado, pues nos cruzamos y no nos encontramos en la terminal, le pregunté por un hostal para Jonathan y ella le ofreció quedarse en su casa también.

Vero había viajado antes alojándose en casas de familia, así que quiso ofrecernos la suya. Fue muy lindo, porque además de trabajar como voluntaria de LLL, Vero es ingeniera nuclear y trabaja en su profesión (exacto....wow!), es mamá, (tiene dos hijos que estaban de vacaciones en Buenos Aires, así que no los alcancé a conocer excepto en fotos), esposa, habla no sé ya cuantos idiomas... en fin, cuando o sea grande quiero ser como Vero!

Conocí Bariloche sus alrededores, incluyendo Villa La Angostura, San Martín y Junín de los Andes y el circuito de los 7 lagos, subí hasta la cima del cerro Otto, metí los pies (porque es helado) en el lago Nahuel Huapi... fueron 5 días de éxtasis total, disfrutando los paisajes patagónicos con los que tanto soñé al comienzo del viaje.

Bariloche es una ciudad muy turística y sobretodo costosa, aunque es lindísimo y vale la pena. San Martín es menos concurrida y su ambiente tiene un sabor mas artístico y bohemio que Bariloche.

Una mezcla perfecta de colores y luces en pleno verano hicieron de esta estadía la oportunidad perfecta para tomar fotos y recorrer paisajes.

Estuvimos con Vero en el río azul y al regreso nos vinimos cantando durante las 2 horas de viaje, pues descubrimos que tenemos un gusto musical muy similar.

En casa de Vero al final, como siempre, me quede mas días de los que planee en un principio, pero menos de los que hubiera querido!