lunes, 11 de febrero de 2008

La llegada a casa... Medellín!


Mis papás suspiraron aliviados cuando pisé suelo paisa. Por fin se acababa la incertidumbre de saber donde dormiría, comería, a donde iría y con quienes. Pero eso nunca se acaba, porque viajar se lleva en el alma y yo ya estaba planeando como conocer mi propio país que era el que me faltaba. Y mi papá ya me tenía el primer destino: Navegar una parte del Río Magdalena!!!

Pero primero podía tomarme un descanso, comer en mi casa, dormir en mi cama, jugar con mis perros y montar mi caballo. Además ver mi ciudad, esta vez con otros ojos.

Como dice Facundo Cabral:

"Después de ver las maravillas del mundo
no hay nada como regresar a la patria..."


Medellín me esperaba con sus montañas verdes, más verdes que cualquier otro verde posible y sus personas excepcionales.

Para todos aquellos que me han acompañado en este viaje, por medio de mis historias y que aún no conocen Medellín, se los voy a contar, desde mi punto de vista, seguramente poco objetivo, pues aunque cada sitio que visité fué hermoso y logró conmoverme, este es MI sitio. Este es MI lugar. Esta es MI ciudad.

Es una ciudad grande con alma de pueblo. Tiene mucha más gente de la que todos creemos, tres millones de habitantes en el Valle de Aburrá, pues además se han ido adhiriendo a ella pequeños pueblos que quedaban en los alrededores y fueron casi absorbidos por la gran urbe.

Si tengo que escoger una palabra para describir su paisaje, escojo "verde". La rodean montañas por todos lados, todas verdes. Está llena de árboles y huele a verde. Estando aquí uno se acostumbra y se le olvida lo verde que es, pero al llegar de otro sitio, es lo primero que impresiona, el color predominante.

Esta llenita de personas que se consideran felices a pesar de todos los problemas pasados y presentes, que aman cada calle como si fuera la sala de su propia casa y la cuidan como si fuera su jardín.

Tiene un metro que no se compara en organización, cultura y limpieza a ningún otro que haya conocido (y conste que monté en casi todos los de Suramérica y en muchos de Europa y USA, así que hablo con conocimiento de causa) y del cual todos los habitantes nos sentimos tan orgullosos, que estamos dispuestos a discutir con cualquiera que opine lo contrario!

Las personas son solidarias, amables, serviciales. El día que llegué, mi mamá me pidió que la acompañara a hacer unas compras. Paramos en un semáforo y un señor vendía cerezas. Mi mamá preguntó cuanto costaban y el señor dijo: "15.000 pesos".
Mi mamá miró su billetera y vio que no tenía suficiente dinero, así que le dijo: "No, luego paso porque no tengo plata" y el señor le contestó: "Lléveselas señora y ahora pasa y me las paga". Eso solo pasa en Medellín.
Mi mamá, al regreso a casa, pasó a pagar las cerezas y el señor estaba ahí, sonriente y confiado de que ella volvería, porque así es la gente de aquí. La palabra es la palabra!

Gracias a todos. Gracias por sus cartas, sus comentarios. Gracias por seguir mis historias, por darme un espacio en su tiempo. Gracias por reír y por llorar conmigo durante estos 5 meses.

A partir de la próxima semana, vendran más historias sobre Colombia, así que los espero de nuevo.

Sigan soñando viajeros, sigan recorriendo el mundo aquellos que ya empezaron y anímense a hacerlo aquellos que aún no empiezan. Nunca es tarde. No hay edad, dinero ni tiempo, solo el deseo de explorar, de conocer y sobretodo de vivir!

Que las estrellas los guíen...

Buen viento y buena mar!


Angélica