viernes, 19 de octubre de 2007

Sandboarding y los buggies suicidas!


Mi primera salida en buggy o arenero, fue definitivamente la mejor. Las siguientes fueron buenas, pero en cierta forma ya sabes que esperar.

En esta primera salida iba con Guille, mi conductor favorito de buggy y Matilda, una chiquita británica de 8 años, que ya había hecho sandboarding antes y me enseñó a pararme en la tabla e incluso a saltar.

El viaje en el buggy sería divertido si no fuera en Suramérica, es decir si uno tuviera la más remota certeza de que es medianamente seguro... pero no lo es. Obviamente la verdad se oculta a los turistas, pero como yo era parte del "staff" de Casa de Arena, me enteré de que han ocurrido accidentes, fatales en algunos casos.
Los buggies suben por las dunas a toda velocidad y luego bajan vertiginosamente por paredes de arena en ángulos verticales. Es una montaña rusa natural, con el agravante de que no hay rieles que guíen el buggy!

Luego los buggies te dejan en la cima de las dunas, bajas en la tabla, te recogen abajo y te llevan a otra duna. Es lo máximo!

Las primeras dos dunas las hicimos acostadas sobre la tabla, al igual que la mayoría de turistas. Luego Matilda decidió que eso era aburrido y teníamos que pararnos. Se pueden imaginar que no me iba a dejar humillar por una chiquita de 8 años, así que valientemente me amarré parada a la tabla, previamente encerada para aumentar la velocidad de deslizamiento.

Antes de arrancar, Matilda me dijo, en inglés: "No te preocupes, yo sé que puedes. Es lo mismo que snowboarding o ski"... como explicarle en 5 segundos que en Colombia no se practica ninguno de estos dos deportes y que en mis experiencias en la nieve alemana sólo había llegado hasta trineo... sentada?

Matilda se lanza primero y se sostiene casi hasta el final, pero termina sentada. Peor ahora... me mira desde abajo y solo pienso que no puedo caerme... pero me caigo empezando.
Decido que es fácil, solo un asunto de confianza. Trato de nuevo y me sostengo parada hasta la mitad, donde me caigo sentada. Bajo el resto medio sentada en la tabla... nada que hacer.

Segunda duna: Hago la mitad parada, me caigo y luego el resto parada hasta el final... nadie me explicó como carajo se frena la tabla... así que mi freno trasero es mi única alternativa.

El conductor, la mamá de Matilda y las otras 4 personas que iban en el buggy me aplauden, así que me paro hago una reverencia y caigo sentada de nuevo.

De ahí en adelante, todas las dunas las hago parada cada vez con menos caídas!

En las fotos pueden ver las caídas, resultado del aprendizaje de ambas destrezas.

Durante el resto de la estadía me dedique a pasear por Ica, semidestruida por el terremoto, a conocer turistas de todas partes, a hacer un par de amigos, entre ellos Florian y Dinah, alemanes y Jamie, australiano, a quien luego me encontré de nuevo en Arequipa.

Fui también a las bodegas donde fabrican el Pisco, trago típico peruano, muy fuerte, de fabricación similar al vino. Todos estos tours me salieron muy baratos, pues una cosa es precio de turista y otra muy diferente precio de empleado!

Una de las cosas más emocionantes de Huacachina fue dormir en el desierto... así que lean la próxima historia!

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