viernes, 19 de octubre de 2007

Patrick, el ángel del desierto


Alguien en el hotel me habló de Patrick. Obviamente quise conocerlo de inmediato y me puse en contacto con él.

Patrick tiene alrededor de 37 años, calculo yo. Tiene un campamento en medio del desierto, resguardado del viento por 4 dunas que forman una especie de agujero en el centro. El campamento tiene una tienda de madera y plástico blanco sobre el cual ha escrito frases alusivas a la conservación del medio ambiente y la protección de Pachamama (Madre Tierra).

Patrick aprendió a ser uno solo con el desierto. Lo ama profundamente, camina descalzo por la arena a la misma velocidad que cualquiera de nosotros caminaría por una calle, puede subir las dunas corriendo y de espalda, una hazaña inimaginable para nosotros.

Le pregunto si podría ir a conocer el campamento, con la esperanza de que me invite a dormir y así lo hace. No cobra nada a cambio, sólo me pide que le ayude durante el camino al campamento, que dura como una hora, a cumplir su misión auto impuesta: recoger del desierto toda la basura plástica que dejan los turistas de los buggies.

Obviamente acepto encantada y esa misma tarde alas 5 en punto (a pesar de que no usa reloj, sino solo la orientación del sol) me recoge en el hotel. Empezamos a caminar y luego de 15 minutos empiezo a pensar que no voy a poder. Caminar por la arena en la cual uno se hunde a cada paso es agotador. Patrick me dice que me quite los zapatos y definitivamente mejora la situación. Es mucho más fácil.

"Tienes que tratar de ser uno solo con el desierto y los zapatos no te dejan" me dice Patrick. Mientras caminamos le hago mil preguntas. Me cuenta que hace 7 meses no puede sacar la basura que recoge, pues ya pesa mucho y no tiene transporte. La policía quiere sacarlo del desierto o al menos cobrarle un impuesto por vivir allí.
Vive de hacer de todo, a veces trabaja en un bar, a veces hace artesanías, toca música, trabajos varios... en fin lo que resulte... aunque necesita muy poco.

Me cuenta de su vida, de sus amigos, de sus amores, de sus creencias, del desierto... es increíble hablar con él, pues aunque no visitó nunca una universidad, es una persona supremamente culta, inteligente y sobretodo interesante.

Luego saca un instrumento tubular, ancho como de 1.5 metros de largo, llamado digiridoo, el cual se usa para llamar espíritus. Tiene un sonido ronco y profundo y yo lo había escuchado ya antes, pero de repente Patrick empieza a hacer sonidos de animales con una precisión increíble. Parece real. Imita perros, vacas, diferentes pájaros, caballos, pumas... en fin, cientos de animales salen de su instrumento.

En el campamento Patrick acumula cantidades inmensas de plástico que va insertando poco a poco en botellas de agua vacías, también plásticas, que son igualmente abandonadas por los turistas. Al final del trabajo, una bolsa grande de basura es insertada en una botella de 2.5 litros. En el campamento hay miles de estas botellas y de bolsas que aún no han sufrido el proceso.

La noche cae lentamente sobre el desierto y sobreviene un frío impresionante y una oscuridad total. Es una noche sin lunar se ven las estrellas perfectamente pues las luces de la ciudad no están ni remotamente cerca.

Pero lo más impresionante es el silencio. Es un silencio abrumador, que más que la ausencia de sonido alguno parece que uno se hubiera quedado sordo. No hay animales, no hay viento... nada... solo silencio.

Patrick tiene que trabajar en el pueblo, así que me deja y no regresará más. Me dice que regrese al día siguiente al pueblo cuando quiera. Le pregunto cómo voy a regresar si no conozco el camino y el desierto se ve todo igual a mis ojos... me voy a perder, le digo.

Él se ríe mientras se aleja del campamento, luego se da la vuelta y me dice: "Esas son las cosas raras de las personas... se olvidan de sus propios instintos! No vas a perderte, solo sigue tus huellas..."

Al día siguiente me asomo al lugar por el cual llegué y veo que tiene razón; las huellas que dejé el día anterior cuando vine aún están ahí y lo seguirán estando al menos por tres días. Las sigo de regreso... para despedirme de Huacachina.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola !
Soy una francesa que prepara mi viaje en Peru. Saben cómo podía contactar a Patrick del campamento pachá mama, yo te gustará mucho intercambiar con él y ayudarlo si es posible en su misión.
Muchas gracias para tu respuesta.
Hasta luego !
Nadège

Mail : nadegemoly@hotmail.com

Angélica dijo...

Hola Nadège!
Gracias por tu comentario! Mira, lo que te recomiendo es que vayas al hotel "Casa de Arena" en Huacachina. Ahi lo conocen, porque aveces vende artesanías o hace trabajos para ellos. Si no recuerdo mal, el nombre de la señora que me puso en contácto con él era Mónica (en ese hotel). De resto, preguntar a la gente, muchos lo conocen en el pueblo que es muy chiquitito, asi que es fácil de encontrar!
Disfruta mucho el desierto, es una experiencia única y por favor salúdalo de mi parte... no se si se acuerda de mi, pero yo nunca me voy a olvidar del Angel del desierto!