miércoles, 19 de septiembre de 2007

Quito



Salí a recorrer Quito en el Trole (una ruta de bus similar al Transmilenio en Bogotá).

Fuí al centro histórico, visité los templos de Santa Catalina y San Francisco, tomé fotos desde los campanarios y las torres de la basílica, pero no pude visitar museos porque están cerrados los lunes.

El Convento de Santa Catalína de Siena me pareció súper interesante. Es un claustro de la orden Dominica del siglo XVI, dónde aún hoy día viven monjas de clausura a las que sólo se les permite hablar una hora diaria. Fabrican vinos, ungüentos y toda clase de medicinas naturales y las venden al público por una puerta giratoria que las mantiene ocultas.
El convento tiene además un museo de arte religioso, en su mayoría de la escuela Quiteña, un movimiento artístico del siglo XVIII con una gran influencia de simbología masónica en sus pinturas (eso obviamente lo omiten los guías del convento).

En la iglesia de San Francisco conocí a Marco, un argentino y a Pacho, un chileno que también estaban de turistas por Quito. Marco viene viajando desde Salta, en Argentina hasta Caracas, Venezuela.

Almorzamos juntos y me trazaron una ruta de viaje para el sur del continente que es una maravilla. Me recomendaron muchos sitios para visitar y otros para evitar... en fin, fué un encuentro muy venturoso para mí. Obviamente quedé de visitarlos en Salta y Santiago de Chile respectivamente.

Más tarde me fuí al panecillo, un cerro con una virgen por la que uno puede subir y divisr todo Quito, luego tomé un bus hasta Guápulo, un pueblito que ahora hace ya parte de Quito. Es muy pintoresco, con una población muy bohemia, lleno de barcitos y cafés en casas viejas, con callecitas tortuosas, empedradas y subidas muy empinadas (que recorrí a pié obviamente, para beneficio de mi estado físico que hoy en día es un hit). Al final de la subida queda el emblemático hotel Quito, con una vista hermosa desde la terraza hasta dónde subí. Luego de ahí bajé al sector Mariscal que es la zona rosa de Quito, me tomé un café y regresé a la casa en el Trole.

Al día siguiente quería ir a La Mitad del Mundo y Marce me sugirió que visitara Mindo, un pueblo a unas dos horas de Quito, caliente y tropical.

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