sábado, 26 de enero de 2008

De Chile a Perú a Colombia!


De Chile pasé en bus a Perú y ahi se nota la diferencia!

Cuando me subí al bus en Chile, una señora indígena me preguntó si podía llevar una chaqueta en la mano como si fuera mía. Como buena Colombiana, adoctrinada en aquello de "no acepte llevar nada para extraños o cuyo contenido no conozca", me negué.

La mujer intentó lo mismo con los demás pasajeros. Algunos no aceptaron, pero la mayoría si le llevaron chaquetas. El objetivo era pasarlas si declarar, como objetos personales, hacia el Perú.

Este comercio ilegal funciona en ambas vías. De Chile sacan ropa usada para revenderla en Perú. De Perú llevan ropa nueva para venderla en Chile. Llenan los buses debajo de las sillas, en los compartimentos para el equipaje de mano y se la dan a los pasajeros, quienes deben ponérselas durante el proceso de migración e inmigración para hacerlo más creíble... en realidad creo que los policías se hacen los tontos, pues no se imaginan el ridículo espectáculo de 30 pasajeros en pleno desierto a 40 grados a la sombra, con chaquetas para el frío, todas del mismo color!

Pero que pueden discutir los policías si la gente dice que son suyas?

En la aduana los policías suben y empiezan a arrojar por las puertas del bus todo aquello que encuentran sospechoso. Esta mercancía la pierden los comerciantes. Viven de aquello que logren colar por la aduana. Llenan el bus de niños, con la complicidad de los choferes, pues los aduaneros son más condescendientes con los chicos.

Pueden ver en las fotos, algunas de las escenas de prendas arrojadas al suelo y el tamaño de los equipajes de las personas. No hay muchas fotos, pues los aduaneros decidieron que era ilegal fotografiarlos y amenazaron con quitarme la cámara.

Una señora subió a una niña de unos 7 años con varios jeans, uno encima del otro, chaquetas, sacos, botas... en fin, cuanto pudo y la señora fué detenida por los aduaneros. La niña sin saber que hacer, no dijo nada, se quedó sentadita en el bus, calladita y unos 3 km después, un pasajero del bus notó su presencia. La niña se puso a llorar sin saber que hacer, el bus no podía devolverse y el chofer pretendía que la niña se bajara y volviera caminando.

Ante la protesta de algunos de nosotros, el chofer siguió hasta el próximo puesto de seguridad vial y dejamos allí a la pobre chiquita, sin plata, sin saber cómo llamar a su tía y con toda la ropa encima.

Como buen comercio ilegal, los más afectados terminan siendo los niños a quienes además nadie les pregunta por su voluntad o no de participar en este teatro absurdo.

Finalmente llegué a Lima, después de 30 horas en bus, desde dónde mi papá me había conseguido un vuelo de Avianca con millas! Antes de irme ví de nuevo a Fanny, Izia, Loic y François en Lima (ver historia de Lima).

Las autoridades aeroportuarias me hicieron botar el contenido del spray de pimienta, regalo de Juan y Márgara, que tan útil me fué durante el viaje, pues solo apretarlo en mi mano me hacía sentir más segura.

Y empezó mi segundo vuelo en este viaje (el primero fué el de Nazca), con una sensación ambigua de descanso por llegar a dormir en mi cama y de tristeza por abandonar las rutas y los caminos con los que ya me sentía uno!

Esta aún no es la despedida, no dejen de leer, que en la próxima les cuento como fué la llegada a casa!

1 comentario:

Anónimo dijo...

HOLA, ME MUERO POR LEER TODA LA AVENTURA DE LA LLEGADA A CASA, ME ENCANTARIA VER LA CARA DE TU PAPA; EN LO QUE HE LEIDO PARECE ESOS NOVIOS FEOS E INTENSOS Y DESESPERADOS ("LO DIGO CON TODO EL RESPETO DEL MUNDO POR SUPUESTO").

UN ABRAZO GIGANTE
MARIA MERCEDES..