sábado, 24 de noviembre de 2007

Samaipata


El comentario general de cuantos han viajado conmigo por corto o largo tiempo es que funciono como una tarjeta de descuentos. De alguna manera logro encontrar todo major y mas barato. Las excursiones de Samaipata no fueron la excepción.

El primer día conseguimos que un taxista nos llevara por poco dinero al fuerte de Samaipata, una piedra de granito, labrada con diferentes representaciones culturales con un diámetro mayor de unos 200 metros.
Luego fuimos a las Cuevas, una serie de cascadas de agua por senderos "ecológicos" (aparentemente sinónimo de piscinas de Comfama con caminos llenos de basura). Sinembargo subimos hasta la mas lejana y pudimos bañarnos sin la afluencia de turistas de las demás cascadas.

Otro de los atractivos de Samaipata es su cercanía con el Parque Nacional Amboró, una reserva natural que contiene, además de plantas y gran variedad de animales, los famosos helechos gigantes de la Yunga Boliviana.

Queríamos ir a verlo y averiguamos en una agencia de tours. El tour costaba carísimo. Yo decidí esperar y buscar una forma más económica de ir, pero Stefan quería ir de todas formas, así que abonó la mitad del tour.
Esa misma tarde me dediqué a preguntar por el lugar a cuanto taxista, local camionero o simplemente persona descuidada que se dejara atrapar por mí, sobre la mejor forma de ir. Finalmente consguí un guía que nos llevaba por una cuarta parte de lo que le habían cobrado a Stefan. Se unió al paseo Monique, una niña de Michigan, USA, que se alojaba en el mismo hotel que nosotros.

Como se imaginarán, pues tuvimos que ir a rogarle a la señora del tour que nos devolviera la plata de Stefan (que no fué del todo dificil, pues no se había anotado nadie más para el tour y no les salía llevarlo solo a él).

Esa noche por primera vez en muchisimo tiempo ví una película en DVD!

Al día siguiente salimos pues de excursión a la Mina, que es el nombre de la zona a donde fuimos a caminar por la Yunga. Vimos los helechos gigantes y fauna pequeña, pero nada de venados ni "leones" (en realidad son jaguares). Caminamos por más de 4 horas, con un interludio de unos 40 minutos en que nos extraviamos. Gracias a Dios el guía conocía la región y nos trajo sanos y salvos (aunque cansados) de regreso a Samaipata.

El último día decidimos descansar, evitar los tours e irnos a la piscina de un hotel cercano a hacer... nada!

En la tarde Stefan regresó a La Paz y yo me paré en la carretera a esperar una flota en dirección a Vallegrande... que nunca llegó.

Pero esa es otra historia.

No hay comentarios.: